LECCIÓN 4
Estos pensamientos no significan nada.
Son como las cosas que veo en esta habitación.
1. Estos ejercicios, a diferencia de los anteriores, no comienzan con la idea de hoy. 2Da comienzo a estas sesiones de práctica observando los pensamientos que crucen tu mente durante un minuto más o menos. 3Luego aplícales la idea. 4Si ya eres consciente de pensamientos que no te hacen feliz, úsalos como sujetos para la idea. 5No selecciones, no obstante, sólo los pensamientos que a tu parecer son "malos”. 6Si te acostumbras a observar tus pensamientos, descubrirás que éstos representan una mezcla tal, que, en cierto sentido, a ninguno de ellos puede calificársele de "bueno" o de "malo". 7Por eso es por lo que no significan nada.
2. Al seleccionar los sujetos para la aplicación de la idea de hoy, se requiere la acostumbrada especificidad. 2No temas usar pensamientos "buenos" ni "malos". 3Ninguno de ellos constituye tus pensamientos reales, los cuales se encuentran ocultos tras ellos. 4Los "buenos" no son sino sombras de lo que está más allá, y las sombras dificultan la visión. 5Los "malos" son obstáculos para la visión, y, por lo tanto, te impiden ver. 6No te interesan ni unos ni otros.
3. Éste es un ejercicio importante, y se repetirá de vez en cuando de forma ligeramente distinta. 2Nuestra meta es entrenarte en los primeros pasos hacia el objetivo de poder separar lo que no tiene significado de lo que sí lo tiene.3Representa el primer esfuerzo en el objetivo a largo plazo de aprender a ver que lo que carece de significado se encuentra fuera de ti, y lo significativo dentro. 4Es también el comienzo del entrenamiento que le permitirá a tu mente distinguir entre lo que es lo mismo y lo que es diferente.
4. Al usar tus pensamientos como sujetos para la aplicación de la idea de hoy, identifica cada uno de ellos por la figura o acontecimiento central que contenga. aPor ejemplo:
2Este pensamiento acerca de _______ no significa nada. 3Es como las cosas que veo en esta habitación, (en esta calle, etc.].
5. Puedes aplicar la idea asimismo a cualquier pensamiento en particular que reconozcas que es perjudicial. 2Esta práctica es útil, pero no sustituye al procedimiento de selección más al azar que debe seguirse al llevar a cabo los ejercicios.3En cualquier caso, no examines tu mente por más de un minuto. 4Aún no tienes suficiente experiencia como para poder evitar la tendencia a preocuparte innecesariamente.
6. Además, puesto que estos ejercicios son los primeros de su índole, tal vez te resulte especialmente difícil suspender todo juicio en conexión, con tus pensamientos. 2No repitas los ejercicios más de tres o cuatro veces al día. 3Volveremos a ellos más adelante.
Instrucciones para la práctica, de Robert Perry y Ally Watson
Propósito:
Entrenarte a agrupar a todos tus pensamientos habituales, tanto “buenos” como “malos”, junto con todas las cosas que ves fuera de ti, en una sola categoría: no significan nada, y están fuera de ti (fuera de tu verdadera naturaleza). Esto abrirá tu mente al hecho de que hay otro reino diferente a aquel del que eres consciente, y que es completamente diferente, totalmente lleno de significado, y que se encuentra muy dentro de ti.
Ejercicio:
Tres o cuatro veces (no más), de un minuto aproximadamente.
· Durante aproximadamente un minuto, observa tus pensamientos. Incluye tanto los “buenos” como los “malos”.
· Luego aplica la idea concretamente a cada pensamiento del que te hayas hecho consciente, diciendo: “Este pensamiento acerca de (nombre del personaje o acontecimiento) no significa nada. Es como las cosas que veo en esta habitación (en esta calle, etc.)”. Puedes también incluir pensamientos infelices de los que eras consciente antes del periodo de práctica.
Respuesta a la tentación:
Voluntaria.
Además de (no en lugar de) los ejercicios formales, durante el día utiliza libremente la idea como un modo de liberarte de pensamientos infelices concretos. Éste es el primer ejemplo de una práctica que se convertirá en un centro de atención del Libro de Ejercicios.
Comentario:
La introducción al Libro de Ejercicios afirma: “El propósito del Libro de Ejercicios es entrenar a tu mente de forma sistemática a tener una percepción diferente de todas las cosas y de todo el mundo” (L. In.4:1). Esta lección empieza a enseñarnos a trabajar directamente con nuestros pensamientos, y lo primero que nos enseña es que no significan nada.
En esta lección se parte de la base de que somos muy inexpertos (5:4) y por lo tanto estamos completamente, o casi completamente, sin contacto con lo que la lección llama nuestros pensamientos reales (2:3). Los pensamientos a los que se refiere como sin significado son los pensamientos del ego. El Curso afirma que nuestras mentes están casi completamente “dirigidas por el ego” (T.4.VI.1:4). El tono de esta lección parte de esa base, por lo tanto, cualquier pensamiento en el que pienses puedes considerarlo como “sin significado”.
Nuestros pensamientos reales son los pensamientos del Cristo dentro de nosotros, y ésos sí que tienen significado (T.4.VI.1:7). Sin embargo, lo que nosotros llamamos “pensar” no es pensar (esto se aclara en la Lección 8). Nos hemos identificado con el ego. El ego es como un pequeño rincón de nuestra mente que hemos acordonado y separado del resto (T.4.VI.1:6), y nos hemos convencido a nosotros mismos de que es el todo. Los pensamientos que giran en este pequeño hueco de nuestra mente no representan para nada a nuestro verdadero Ser y, por tanto, ya sean “buenos” o “malos”, no significan nada. Cuando hayamos aprendido cómo mirar con claridad a estos supuestos pensamientos, nos daremos cuenta de lo vacíos que son (1:6-7).
Los pensamientos del ego ocultan nuestros pensamientos reales. Los “buenos” son sombras de los reales en el mejor de los casos, y las sombras hacen difícil que veamos. Los “malos” son obstáculos totales para la visión. “No te interesan ni unos ni otros” (2:6). Darnos cuenta de que no queremos los pensamientos “malos” es bastante fácil, darnos cuenta de que no queremos los “buenos” es mucho más desconcertante y difícil.
La lección se considera a sí misma “un ejercicio importante”, y promete repetir el ejercicio más adelante. Dice que el ejercicio es fundamental para tres metas de gran alcance y que sirve para empezar a llevar a cabo esas metas:
· Separar lo que no tiene significado de lo que tiene significado.
· Ver lo que no tiene significado como fuera de nosotros, y lo que tiene significado dentro.
· Entrenar nuestra mente a reconocer lo que es lo mismo y lo que es diferente.
Primero, el ejercicio nos ayuda a aprender a distinguir los pensamientos sin significado de los pensamientos con significado. Observa que existe un juicio en todo esto, incluso separación, aunque a estos dos términos normalmente se le da un sentido negativo. Esto de mirar a nuestros pensamientos es una forma de lo que el Texto llama el “uso acertado del juicio” (T.4.IV.8:6).
Segundo, aprendemos a considerar a los pensamientos sin significado como fuera de nosotros. Ahora podemos preguntarnos, si son nuestros pensamientos los que no tienen significado, ¿cómo es que los vemos fuera?, ¿no están los pensamientos dentro de nosotros? Aquí, yo creo, el Libro de Ejercicios quiere decir nuestro verdadero Ser cuando habla de “ti”. Nuestros pensamientos sin significado del ego no representan a nuestro verdadero Ser; en realidad no son parte de Él, sino que están fuera de Él.
Tercero, estamos aprendiendo a reconocer lo que es lo mismo y lo que es diferente. Pensamos que los pensamientos “buenos” son diferentes de los pensamientos “malos”, pero esta lección nos está entrenando a ver que todos ellos son realmente lo mismo, unos y otros son formas diferentes de locura.
Al sugerir que podemos usar la idea de hoy para cualquier pensamiento en particular que reconozcas que es perjudicial (5:1), la lección introduce una nueva forma de practicar, que se volverá parte de su repertorio habitual. Además de las prácticas regulares de mañana y noche, podemos usar la idea como respuesta a cualquier tentación disfrazada en forma de pensamientos que nos causan daño.
Al avanzar, el Libro de Ejercicios te pide con mayor frecuencia que la respuesta a la tentación se convierta en una práctica habitual. Al pedir que hagamos la lección tres o cuatro veces, introduce la sesión del mediodía, añadida a las de la mañana y la noche.