viernes, 21 de enero de 2011


Hoy día nos cuestionamos las relaciones desde un nivel más profundo que antes. Mientras que en el pasado lo hacíamos desde el nivel de las emociones, en la actualidad cada vez más lo hacemos desde el nivel del espíritu. Estamos empezando a percibir que cada relación íntima es también un camino espiritual, que más que hacernos sentir bien o rescatarnos de nuestra soledad, es el viaje a través del cual nuestra personalidad sanará lo que aún no ha logrado reconocer.

Estamos más concientes de que el miedo se conquista por medio del amor. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (Jn. 4:18). No podemos temer lo que amamos. El amor eche fuera el miedo al miedo. ¿Qué hay que temer? Dios es amor y Dios me ama. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor.”

La mirada sistémica de las relaciones mira más allá de la pareja y sus miedos, para incluir a los sistemas familiares en los cuales recibieron la vida y/o en los que formaron sus conceptos de relación. Este curso-taller nos facilita la travesía en nuestros viajes hacia el amor: el viaje del corazón que florece en las relaciones y el viaje del alma que anhela reunirse con todo lo que es, con todo lo que ha sido y con todo lo que será.

La relación de pareja es una herramienta muy valiosa y poderosa de evolución; siempre vamos a compartir con personas que nos dan la posibilidad de aprender algo y crecer. La pareja es el reflejo de lo sanos o enfermos que estamos en nuestro interior. El tipo de relación que tenemos es el reflejo de las lecciones no aprendidas, por tanto dependerá de nuestro trabajo personal si tenemos maestros ‘amorosos o recios’.

La ‘mala suerte en lo afectivo’ es una inmensa mentira, existen muchas herramientas para trabajar por nuestra felicidad. Si tienes pareja y las cosas van mal, recuerda que “tiene sentido” que esa persona esté en tu vida, ¡hay algo que debes aprender de ello.

Es absolutamente imposible sufrir por amor, se sufre por carencias y heridas emocionales que frecuentemente tiene su origen en la infancia. Muchas personas creen que están viviendo “el amor de su vida” cuando se sacrifican y dejan de lado sus vidas.

El amor es felicidad, estimulo, estar bien, entusiastas, progresar, ser creativos, vivir en paz y con gozo. Sin embargo, a menudo veo en las consultas a personas que padecen en su árbol nudos sado-nasoquistas, en los cuales el amor está distorsionado, y se interpreta el dolor y el sufrimiento como el “amor” que nos lleva a relacionarnos con personas que nos reafirman nuestras creencias.

Decir que se sufre por amor es una contradicción total, no se sufre por ser feliz. Cuando estamos en una relación y no nos dan el amor que merecemos o anhelamos, es necesario comenzar a buscar una solución, pero no en el otro, sino dentro de nosotros mismos. La pareja es un espejo.

Mirar nuestro interior nos llevará a comprender:
• ¿Qué me hizo elegir a esta pareja?
• ¿Cuál es la relación entre las parejas de mi árbol familiar y la vida de pareja que tengo?
• ¿Cómo inician y se desarrollan mis relaciones?
• ¿Estoy repitiendo algún patrón familiar?
• ¿Hasta qué punto he elegido mi vida emocional?
• ¿Qué busco realmente en una relación?

El amor es la única experiencia no demandante, no exigente y no egoísta. El amor tiene en si mismo su propia plenitud y no depende del objeto del amor para su realización. Por eso, sintonizarnos con el amor auténtico nos permite decir: contigo estoy muy bien, y sin ti también…

Karina Pereyra.
Terapeuta en Constelaciones Familiares.

 

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