Una fábula del escritor libanés Mikail Naaimé puede ilustrar bien el peligro de seguir el camino de otros, por muy noble o hermoso que parezca ser:
-Tenemos que romper las cadenas de la esclavitud a la que el hombre nos tiene sometidos, le dijo un buey a sus compañeros. A lo largo de muchos años les hemos oído decir a los seres humanos que la puerta de la libertad está manchada con la sangre de los mártires. Vamos a descubrirla y entraremos allí con la fuerza de nuestros cuernos.
Caminaron durante días y noches por la carretera hasta que vieron una puerta toda manchada de sangre.
- He aquí la puerta de la libertad –dijeron-. Sabemos que nuestros hermanos fueron sacrificados ahí.
Uno tras otro, los bueyes fueron entrando. Y sólo una vez dentro, cuando ya era demasiado tarde, acabaron dándose cuenta: aquella era la puerta del matadero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario