-Maestro, me han dicho que sabe luchar, enséñeme.
-Bien. Estas son las cuatro tomas fundamentales: una, dos, tres y cuatro.
-¡Una, dos, tres y cuatro! ¡Domino las cuatro tomas! ¡He aprendido a luchar! ¡Ya sé tanto como usted, Maestro! ¡Y soy más joven! ¡Voy a combatir contra usted y le ganaré!
-Bien. Combatamos.
-¡Una, dos, tres, cuatro…!
-¡Y cinco!
-¡Trampa! Usted me dijo, Maestro, que sólo había cuatro tomas, pero conocía otra. ¿Por qué no me la enseñó?
-La quinta toma me pertenece, es intransmisible; depende de la forma de mi cuerpo, de la consistencia de mi carne y del nivel de mi conciencia. Si quieres ser un buen luchador, encuentra la última toma, la que sólo a ti pertenece, la que nadie más te puede enseñar.
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