Postrado a la vera del
camino, esperaba que pasara alguien caritativo que me lanzara una moneda. De
pronto vi venir un cortejo que rodeaba a una carroza tirada por seis caballos.
Pensé: Un gran señor se ha dignado cruzar por esta aldea. Es posible que me deje
caer una generosa limosna.
Esperé anhelante mientras
la carroza se detuvo enfrente mío. De ella descendió un personaje ricamente
ataviado, al que supliqué:
¡Señor, una moneda!… Pero,
para mi desconcierto, el gran señor extendió su mano y me preguntó: «¿Tienes
algo para darme?». ¡A mí, al mísero, él le pedía! No podía creerlo, pero seguía
delante de mí con la mano tendida…
Vacilando, hurgué en mi
raída bolsa, en busca de algo que pudiera dar, algo pequeño que no mermara mis
tan escasas pertenencias. Encontré un grano de trigo, que coloqué en esa mano
insistente. Él me dijo: «¡ Gracias !». Subió a su carroza y se marchó.
En la noche, al llegar a mi
albergue, vacié en el suelo el contenido de mi bolsa, buscando algún mendrugo
que pudiera servirme de cena y, entre los desechos recolectados, había un grano
de trigo de oro, Sollocé amargamente:
¡Señor, debí habértelo dado
todo!
Rabindranath Tagore
Comentario: La vida es tan generosa, que siempre te da en proporción a lo que "puedes" recibir por lo que has dado...
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