Siempre
que exista belleza, bondad, el reconocimiento de la benevolencia de las cosas
sencillas en tu vida, busca el trasfondo de esa experiencia dentro de ti mismo.
No puedes identificarlo con exactitud y decir “ahora lo tengo” o captarlo
mentalmente y definirlo de alguna manera. Es como el cielo transparente.
No tiene
forma. Es espacio; es quietud, la dulzura de Ser e infinitamente más que estas
palabras, que son solamente indicadores. Cuando eres capaz de sentirlo directamente
dentro de ti, se profundiza. Así que cuando aprecies algo simple -un sonido,
una visión, un toque- cuando veas belleza, cuando sientas bondad amorosa hacia
el otro, siente la inmensidad del espacio interior que es la fuente y trasfondo
de esa experiencia.
Muchos
poetas y sabios a lo largo de las eras han observado que la verdadera felicidad
-yo la llamo la alegría de Ser- se encuentra en cosas simples, aparentemente
sin importancia. La mayoría de las personas, en su búsqueda incesante de la
ocurrencia de algo significativo en sus vidas, pierden continuamente lo
insignificante, que bien puede ser para nada insignificante.
El
filósofo Nietzsche en un escaso momento de profunda quietud, escribió “para la
felicidad, ¡cuán poco se necesita para la felicidad!....la cosa menor
precisamente, la cosa más sutil, la cosa más ligera, el movimiento de una
lagartija, un suspiro, un guiño, una mirada, hace falta muy poco para construir
la mejor felicidad. Serénate”.
¿Por qué
es la “cosa más simple” la que constituye la “mayor felicidad”? Porque la
verdadera felicidad no la origina la cosa o el evento, aunque es así cómo
aparece inicialmente. La cosa o evento es tan sutil, tan poco inoportuna, que
solamente se requiere una pequeña parte de tu conciencia, y el resto es
espacio interior, conciencia en sí misma sin la obstrucción de la
forma.
La
conciencia del espacio interior y quién eres en tu esencia son una y la misma.
En otras palabras, la forma de las cosas pequeñas deja cabida para el espacio
interior. Y es desde el espacio interior, la propia conciencia no condicionada,
esa verdadera felicidad, que emana la alegría de Ser. Sin embargo, para
percibir las cosas pequeñas, tranquilas, necesitas estar sereno en tu interior.
Se necesita un alto grado de alerta. Quédate quieto. Observa. Escucha. Estáte
presente.
Esta es
otra forma de encontrar el espacio interior: se consciente de ser consciente.
Di o piensa “Yo Soy” y no le añadas nada a ello. Percibe la quietud que sigue
al Yo Soy. Siente tu presencia, el ser desnudo, develado, desvestido. No ha
sido tocado por lo joven o viejo, rico o pobre, bueno o malo o cualquier otro
atributo. Es la matriz espaciosa de toda creación, de toda forma.
Eckhart Tolle: Extracto de “Una nueva Tierra"
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