Katherine
Howe, es una estudiosa y descendiente de brujas. Cuando descubrió que entre sus
antepasados había un gran número de brujas, dos de ellas acusadas en Salem, no
pudo reprimir su curiosidad. Su doctorado, en la Universidad de Boston, trata
de la historia de la brujería en Massachusetts, y fruto de sus estudios nace
“El libro de los hechizos” (Planeta)
¿Cuándo
supo que descendía de brujas?
A los 15
años, cuando la hermana de mi padre añadió unos datos inéditos al árbol
genealógico familiar.
¿Muchas
brujas en la familia?
Muchas,
pero me interesaron especialmente dos que sufrieron el terrible juicio de
Salem: Elizabeth Proctor y Elizabeth Howe.
¿Qué
ha heredado de ellas?
La mayoría
de las mujeres acusadas de brujería eran tozudas y de opiniones fuertes.
Cuénteme
de aquella vida de mediados del siglo XVII.
Era una
época difícil para vivir en Nueva Inglaterra. Una sociedad rígida y altamente
jerarquizada donde todo estaba establecido, desde tu estatus social hasta la
ropa que vestías y en qué lugar de la iglesia podías sentarte. Las familias
eran dirigidas por el patriarca. En ese entorno era muy difícil ser mujer.
¿Cuál
era el papel de las curanderas?
Algunas
utilizaban la magia, pero a la mayoría de las que ajusticiaron por brujas no se
las acusó por lo que hacían sino por cómo eran: pobres e incómodas, porque
argumentaban mucho o mostraban mal genio.
¿Qué
es lo que más le ha sorprendido de ese episodio macabro?
Sabía que
todas las mujeres quemadas eran inocentes, no esperaba encontrar pruebas de que
la gente realmente creía en la magia. Practicaban una forma de religión tan
extrema que es difícil imaginar cómo convivía con la magia. Ni siquiera
permitían el rito de la Navidad por considerarlo pagano, e iba en contra de la
ley brindar a la salud de alguien porque consideraban que si uno estaba enfermo
era porque Dios lo había decidido, y desear buena salud era contradecir la
voluntad de Dios.
¿Usted
qué ha aprendido?
Lo
interesante al respecto de Salem es que hace que nos enfrentemos a ideas
erróneas. En Estados Unidos nos gusta pensar que somos muy tolerantes,
razonables, y que nos preocupan mucho los individuos débiles de la sociedad, y
Salem nos recuerda que no podemos darlo por hecho.
Fuente:
Breve extracto de una entrevista en La Vanguardia
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