La relación con la madre
tiene su origen
en el corazón. En el instante en que nuestro corazón comenzó a latir en su
vientre, y se sintonizó con el latido de su corazón, con el mismo ritmo…nueve meses en la misma sintonía, en la misma vibración
de su corazón con el calor de su regazo.
Luego,
nacimos: con dolores tanto para nosotros como para ella. Durante
el alumbramiento, los
dolores nos prepararon para la vida fuera de su vientre. Por medio de la
intensa presión del útero durante el parto, las terminales nerviosas de nuestra
piel, fueron preparadas para la vida de afuera, más allá del latido que nos unía con mamá.
Cada separación toca este dolor…cada dolor que experimentamos,
anuncia una etapa de crecimiento…
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