lunes, 29 de julio de 2013

La enfermedad nos cambia.

 
“Alguien va a ver a un amigo muy enfermo. Lo saluda:

-¡Hola, ¿me reconoces!

El enfermo le responde:

-¡No! ¡He cambiado mucho!”

Este chiste es muy sutil. A mí no me hizo ni siquiera sonreír. Al comienzo me pareció incomprensible. Luego descubrí su profundidad:

La cosas ya no son lo que eran cuando nosotros cambiamos. Y es bueno y esencialmente necesario que las cosas no estén estancadas, que sean fluidas, la vida es cambio continuo. Pero para que las cosas cambien, debemos aceptar la transformación de nosotros mismos, es decir rendirnos, dejar desmoronarse las ideas locas que impiden el desarrollo de nuestra mente, dejar que los nuevos sentimientos hagan estallar los diques que encierran a nuestro corazón, dejar que las morales obsoletas dejen fluir nuestros sanos deseos, permitir a nuestro cuerpo entregarse a la alegría de vivir, sin temer a las amenazas continuas con que los políticos y mafias económicas nos controlan.

Si en el trabajo, o en tu vida sentimental, te someten a injusticias, no debes menospreciarte, debes tomar esas injusticias como demostraciones, como saludables fracasos. “Este camino por el que te empeñas en marchar, no es el tuyo, no te conviene, acepta el fracaso para que cambies por fin de camino, ríndete!”

Vi a mi amigo Jean Pierre Vigneau, Maestro de karate-do, hacer una demostración atacando a un alumno. Esta demostración fue perfecta, no sólo por la inmensa maestría de mi amigo, sino también porque su discípulo se rendía a cada ataque, a cada empujón rodaba por el suelo, al ser bombardeado con golpes que se detenían a un milímetro de su cuerpo, no se movía, entregándose con una confianza ciega. Si hubiera tenido la más leve duda, le habrían quebrado un hueso.

Viendo esto comprendí que ante los embates de la “realidad” (el mundo artificial que crean los seres ávidos de poder) no hay que resistir de frente sino plegarse (recuerda la fábula del árbol que resiste al huracán y es quebrado, y el bambú que se dobla y dejándolo pasar queda indemne). Debemos convertir a las adversidades en Maestros. La única forma de liberarnos de nuestros problemas, es cambiar, mutar mentalmente, emocionalmente, creativamente.
 
Mi Maestrd Zen, Ejo Takata, decía: “Para estar bien de pie hay que haber caído muchas veces. El que no sabe caer, no es dueño de su equilibrio. El que no acepta con humildad el fracaso, no puede triunfar. Se triunfa aprendiendo a fracasar.”
Alejandro Jodorowsky

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