No podemos alcanzar la Verdad,
pero podemos aproximarnos a ella a través de la belleza, porque la belleza es
el resplandor de la verdad. El hombre no puede alcanzar la verdad, pero puede
alcanzar su resplandor que es la belleza.
Sí, pero estamos acostumbrados a hablar
afirmando.
Cuando digo lo que pienso me remito a cuatro leyes:
1.-Según lo que yo sé. Uno no puede saberlo todo. “La
verdad no está en una sola cabeza”, dicen los africanos.
2.-Hasta cierto punto. Después ya no es válido.
3.- A riesgo de equivocarme. Uno se puede
equivocar.
4.-Si se quiere bien. Los conceptos hay que cargarlos,
como los teléfonos móviles.
Además, llamamos también verdad a hechos,
creencias, sentimientos, realidades…
Las palabras indican el camino de la verdad, pero no
son la verdad. Decidimos que algo es verdadero por su utilidad momentánea. Buda
dijo “Verdad es lo que es útil”, pero nos damos cuenta que nombrar verdad
a algo es ponerle un límite, porque puede que mañana ya no lo sea. Nos ponemos
límites y podemos cambiarlos cuando éstos han cumplido su función.
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