Los
tiempos que vivimos han propiciado una transformación profunda en nosotros, y
estamos movidos interiormente. Las heridas más antiguas y profundas han salido
a la superficie, para quedar totalmente expuestas y con ellas, las circunstancias
que las crearon. De este modo, si inclinamos nuestra actitud con humildad, la
conmoción emocional cederá para mostrarnos el aspecto de luz de nuestras
heridas, y estaremos un poco más completos.
Cuando
el dolor, los miedos y las culpas salen de su entierro en las profundidades de
la psique, inicia el proceso de salida y liberación. Se hacen extremadamente visibles,
a fin de que el dolor no pueda ocultarse, ignorarse o disfrazarse. Algunas personas
están en medio de la tormenta sintiendo depresión, tristezas, intolerancias
agudas o hipersensibilidad a todo.
“Legar al límite” de una situación es un buen camino para darnos cuenta que siempre nos hemos manejado a través de insidiosas crisis, y rendirnos ante lo que es más Grande que nosotros. La intensidad de la energía en este tiempo hará que no podamos sostenerlas más, y veamos lo innecesario de este dolor para empezar a validarnos a través de la compasión, comprendiendo que somos el producto de nuestra historia, y esa historia es escrita por nosotros. Siempre tenemos la oportunidad de soltar…
La
oportunidad de mirar con amor lo que fue difícil para soltar, sanar y seguir es
solo nuestra. Ha llegado el momento de disfrutar
nuestra condición de hijos, y mostrar con dignidad nuestro origen. De esta manera,
entramos en una fase de gozo, producto de una manera más consciente de
relacionarnos con nosotros mismos y el mundo sabiendo quiénes somos.
Sea
cual sea nuestra experiencia de vida, es tan solo la envoltura del regalo. La
misión es mantener nuestra atención centrada en el origen. Dejar de recorrer la
vida dando vueltas en círculo es el gran desafío. Este proceso se ve reflejado
dentro de nuestras relaciones, en particular en la pareja, pues pone en orden
al flujo de dar y recibir.
Si
somos de las personas que queremos todo para nosotros y damos muy poco, nos
enfrentaremos a esta realidad y el síntoma que lo muestre será la irritabilidad,
y en casos más intensos la agresividad hacia las personas que nos rodean, pues
nos costará ajustar las cosas y encontrar el balance antes de aprender a dar. Si somos de las personas que
damos mucho y no sabemos recibir, comenzaremos a poner límites para entregarnos
a las personas y las circunstancias donde verdaderamente estemos en sintonía
con la vida.
2013
nos está ayudando a recordar que “Deberíamos usar el pasado como trampolín y no
como sofá”. Al final, podremos conectar con nuestra Maestría interior a través
de la fuerza y poder personal, podremos tener un “centro” fuerte para alcanzar
nuestros sueños y desear lo que está en sintonía con el plan que el Creador
tiene para nosotros. Quien diga “si” a esto, se mostrará como un alquimista, un
mago, un hacedor de milagros, pues habrá alineado el poder de sus pensamientos
con la maestría de su corazón.
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