viernes, 30 de agosto de 2013

Rosa de Lima; primera santa de América.


 
 
Rosa de Lima, la primera santa americana canonizada, nació de ascendencia española en la capital del Perú en 1586. Aunque fue bautizada con el nombre de Isabel, se la llamaba comúnmente Rosa y ése fue el único nombre que le impuso en la Confirmación el arzobispo de Lima, Santo Toribio. 

 
Rosa tomó a Santa Catalina de Siena por modelo, a pesar de la burla y oposición de sus padres y amigos. En cierta ocasión, su madre le coronó con una guirnalda de flores para lucirla ante algunas visitas y Rosa se clavó una de las horquillas de la guirnalda en la cabeza, con la intención de hacer penitencia por aquella vanidad, de suerte que tuvo después bastante dificultad en quitársela.


De igual modo, cada vez que piropeaban su especial belleza o la halagaban por sus extraordinarios talentos, hizo severas penitencias y sacrificios para desterrar el orgullo. Se dedicó a la humildad, la obediencia y la abnegación de la voluntad propia. Cuenta la historia que a pesar de que se opuso a sus padres por causa de su devoción, jamás los deshonró ni se apartó de la más escrupulosa obediencia y paciencia en las dificultades y contradicciones.

 
El padre de Rosa fracasó en la explotación de una mina, y la familia se vio en penosas circunstancias económicas. Rosa trabajaba el día entero en el huerto, y cosía gran parte de la noche para ayudar al sostenimiento de la familia. De esta manera, la santa mostraba su asentimiento al destino que le llegaba por ser parte de su familia.

 
Su oposición más fiera se mostró cuando sus padres insistieron en casarla. Rosa luchó por diez años, e hizo voto de virginidad para confirmar su resolución de vivir consagrada al Señor, ingresando en la tercera orden de Santo Domingo. A partir de ese momento, se recluyó en una cabaña que había construido en el huerto.  


Actualmente, es el principal punto de peregrinación de todo el Perú, visitada por miles de devotos, peregrinos y turistas. Su amor de Dios era tan ardiente que, cuando hablaba de Él, cambiaba el tono de su voz y su rostro irradiaba luz.  De este modo, mostraba un camino para entregarnos con pasión al amado, Jesucristo. 

 
Durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte, la oración de la joven era: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor". Murió a los treinta y un años de edad. El Papa Clemente X la canonizó en 1671. A partir de allí, cada 30 de agosto los limeños se visten de fiesta para rendirle homenaje a la patrona de la ciudad: Santa Rosa de Lima, patrona del Perú, América y las Filipinas.

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