Cuenta una historia que un
niño le preguntó a su madre:
¿De dónde vengo?
¿Dónde me encontraste?
Ella estrechando al niño contra su pecho, le
responde:
-Tesoro mío, estabas
escondido en mi corazón, no eras sino su deseo. Estabas en el altar con la
divinidad de nuestro hogar; al adorarla era a ti a quien adoraba. En todas mis
esperanzas, en todos mis amores, en mi vida, en la de mi madre, eres tú quién
ha vivido. El espíritu inmortal que protege nuestro hogar te acuna en su seno
desde la noche de los tiempos.
En mi infancia, cuando el corazón abrías sus
pétalos, eras tú quién lo envolvías, como un perfume embriagador. Tu delicada
frescura aterciopelaba mis jóvenes miembros igual que el reflejo del rocío que
precede a la aurora. Tú, criatura del cielo, que tienes por hermana gemela a la
luz de la alborada, tú has sido traído por las olas de la vida universal que te
ha depositado por fin en mi corazón.
Mientras contemplo tu rostro, el misterio
me devora; ¡tú que a todos perteneces viniste a través de mi vientre, pero eres
mi hermano, al igual que tu padre, y el resto de los nuestros!
Imagen
Celine by Anne Geddes sweety babies
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