Había una vez un cerrajero al que acusaron
injustamente de unos delitos y lo condenaron a vivir en una prisión oscura y
profunda. Cuando llevaba allí algún tiempo, su mujer, que lo quería muchísimo se
presentó al rey y le suplicó que le permitiera por lo menos llevarle una
alfombra a su marido para que pudiera cumplir con sus postraciones cada día.
El rey consideró justa esa petición y dio
permiso a la mujer para llevarle una alfombra para la oración. El prisionero
agradeció la alfombra a su mujer y cada día hacía fielmente sus postraciones
sobre ella. Pasado un tiempo el hombre escapó de la prisión y cuando le
preguntaban cómo lo había conseguido, él explicaba que después de años de hacer
sus postraciones y de orar para salir de la prisión, comenzó a ver lo que tenía
justo bajo las narices.
Un buen día vio que su mujer había tejido
en la alfombra el dibujo de la cerradura que lo mantenía prisionero. Cuando se
dio cuenta de esto y comprendió que ya tenía en su poder toda la información
que necesitaba para escapar, comenzó a hacerse amigo de sus guardias. Y los
convenció de que todos vivirían mucho mejor si lo ayudaban y escapaban juntos
de la prisión.
Ellos estuvieron de acuerdo, puesto que
aunque eran guardias comprendían que también estaban prisioneros. También
deseaban escapar pero no tenían los medios para hacerlo. Así pues, el cerrajero
y sus guardias decidieron el siguiente plan: ellos le llevarían piezas de metal
y él haría cosas útiles con ellas para venderlas en el mercado.
Juntos amasarían recursos para la huida y
del trozo de metal más fuerte que pudieran adquirir el cerrajero haría una
llave. Una noche, cuando ya estaba todo preparado, el cerrajero y sus guardias
abrieron la cerradura de la puerta de la prisión y salieron al frescor de la
noche, donde estaba su amada esposa esperándolo.
Dejó en la prisión la alfombra para orar,
para que cualquier otro prisionero que fuera lo suficientemente listo para
interpretar el dibujo de la alfombra también pudiera escapar. Así se reunió con
su mujer, sus ex-guardias se hicieron sus amigos y todos vivieron en armonía.
El amor y la pericia prevalecieron.
Tomado de Juan Trigo.
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