Las
fiestas son los puntos que enlazan al hombre con lo que cósmicamente pasa en el
cielo. Desde este punto de vista, la
Navidad se convierte en un rito: el renacer en el espíritu por el nacimiento de la Luz
y de Dios en nosotros.
Del
mismo modo que en invierno hay menos luz “afuera”, en nosotros se produce un
proceso de “oscuridad” que precede a la posibilidad del nacimiento de la luz. Quien
no quiere mirar la oscuridad de su propia sombra tampoco podrá experimentar el
nacimiento de la luz.
Es
necesario que nos alejemos del mundo exterior, para ir al espacio sagrado en
nuestro corazón.
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