Un cuento para aquellos que aún tienen el futuro por delante y que voluntariamente salen a su encuentro
Por Bert Hellinger.
Un joven preguntó:
-¿quién te
distinguía ti,
Que ya casi fuiste,
de mí, que aún
seré?
El anciano dijo:
-yo he sido más.
Bien es verdad que
en día joven,
El que llega,
Parece más que el
viejo,
Ya que el viejo
antes ya fue.
Pero también él,
Aunque aún esté por
venir,
Tan sólo puede ser
lo que ya fue,
Y si hace más
cuanto más haya sido el también.
Como en su tiempo
el viejo,
También el joven al
principio sube bruscamente
Así el mediodía,
Alcanza el cenit
aun antes del pleno calor y
Parece ser que se
mantiene
Un tiempo en la
cúspide
Después, tanto más
cuanto más tarde
Y como si su peso
creciente lo arrastrará,
Se inclina
profundamente hacia la tarde
Y queda completo
cuando,
al igual que el viejo,
Haya sido el todo.
Pero aquello que ya
fue
Me está pasando.
Permanece porque
has sido,
Actua aunque fue,
Y todavía aumenta
por lo nuevo
Que le sigue ya
que, como la cota redonda
De una nube que
pasó, lo que ya fue
Se hunde en un mar
que pertenece.
Sólo lo que nunca
pudo ser nada
Porque los dejamos
pasar sin experimentarlo,
Porque lo pensamos
sin hacerlo y lo desechamos
Sin pagar el precio
por lo que elegimos,
Eso sí está pasado.
De ello no queda
nada.
Así, pues, el Dios
del tiempo justo
Se nos presenta
como un joven
Que lleva un mechón
delante
Y una calva detrás.
Por delante podemos
asirlo por el mechón,
Por detrás tan sólo
cogemos el vacío.
El joven preguntó:
-¿qué debo hacer
Para que de mí
Se haga lo que
Tu ya fuiste?
El anciano dijo:
-¡Sé!
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