•Una persona adulta puede dar
tanto como tomar. No es dar para recibir o para sentirme superior, sino tomar y
dar para estar en condición de igualdad y ser uno entre varios. tomar es
valorar, es descubrir el bien que el otro me brinda al dar. Cuando lo veo de
esta manera, puedo apreciar. Como adultos, damos sin la expectativa infantil de
que el otro nos deba dar algo que no puede dar. Así ganamos las fuerzas para la
propia paternidad.
•El hombre y la mujer que han
tomado plenamente a sus padres y se han transformado en pareja, rebalsan lo que
proviene de sus padres y se van dando a sí mismos a partir de tanta plenitud.
•Yo tomo al padre y a la madre
como personas. No tomo lo que me dan o me niegan. No tengo poder para juzgarlos
como padres. Los primeros tienen más fuerza, y nunca podré compensar el regalo
de la vida que vino a través de ellos. Tomo a la persona, y al hacerlo tengo su
plenitud en mí.
•La madre es la que abre el
camino al padre y eso le da un poder tremendo, pero también una gran
responsabilidad. Cuando alguien no tiene acceso a su padre, es porque su madre
inconscientemente lo ha impedido. La madre puede decir. “me alegro que seas como
él”.
•En el caso de que un hombre
haya pasado por ser el padre de un hijo, y luego se descubra que no lo es, le
puede decir al niño: “lo hago por ti”. Así tendrá paz, es libre y conserva su
dignidad.
•En el caso de la madre que le
oculta la paternidad al padre o distancia al hijo de él, los padres deben
decirle al niño: “siempre estaré para ti, te pueda ver o no. Yo sigo siendo tu
padre y puedes contar conmigo. Tú puedes confiar en mi”. Así el niño estará
tranquilo, y el padre no tiene que luchar más. Al mismo tiempo dice: “yo
consiento a tu madre y consiento el destino que ella es para ti. Pese a todo,
ella es la madre más adecuada para ti y yo la respeto. También la respeto en
ti, pase lo que pase. Puedes quedarte con tu madre mientras ella lo necesite y
tú lo necesites”. Así el niño puede estar tranquilo y sentirá el alivio. Puede
ser difícil para él/ella, pero lo hará crecer.
•Cuando un padre lucha con una
madre por un niño, el niño termina molido entre ambos. Se lo disputan como una
mercancía que es de pertenencia de uno de los dos. Se le dice al niño: “tú no
me perteneces. Tú te perteneces, pero yo soy tu padre. No tengo ninguna
pretensión sobre ti, pero tú puedes tenerme. Para mi tú eres mi hijo y yo soy
tu padre”.
•¡Todos los padres son
perfectos! No existe hombre alguno que haya sido padre, y no lo hiciera con
perfección. De lo contrario, ¡no hubiese sido padre! Lo que vino después tiene
un papel subordinado. ¡Nada supera la vida! Ningún padre pudo quitar a su hijo
algo de la vida, y tampoco pudo sumarle nada. Ningún padre es mejor ni peor.
Como padres todos son perfectos.
•Es un grave error pensar que
todos los consultantes quieren liberarse de sus problemas. Muchas veces lo
único que buscan es que se los confirmen. La solución duele porque conlleva a que
hagamos un acto de humildad, muchas veces sufrir es más fácil que asumir la
solución.
•Un hijo siempre conoce a sus
padres aunque no los haya visto nunca: un hijo es la suma de lo que son sus
padres.
•Entre
los padres no existe ninguna jerarquía según el orden de origen, ya que ambos
debutan como padres al mismo tiempo. Sin embargo existe una jerarquía según sus
funciones: por regla general, el cónyuge responsable de la protección
(provisión) de la familia ocupa el primer lugar, y este suele ser el marido. De
aquí que el lugar del hombre es a la derecha de la mujer.
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