Esta historia nos enseña que nuestro Olam Habá (mundo venidero). es
producto de lo que valoramos en el Olam
Hazé (este mundo).
En una ocasión, el Jidushei Ha-Rim viajó con un
hombre en su carruaje tirado por dos caballos. Después de unos pocos
kilómetros, uno de los caballos murió, causándole gran angustia a su dueño.
Unos pocos kilómetros más adelante, el otro caballo también murió.
El dueño estaba tan angustiado por la pérdida de
sus caballos, los cuales eran sumamente importantes para él, que se quedó
sentado llorando durante mucho tiempo hasta que murió.
Esa noche, el Jidushei Ha-Rim tuvo un sueño: vio
al hombre que había muerto, y se encontraba en la eternidad con un magnífico carruaje
con dos hermosos caballos.
Para los que piensan que no es tan malo recibir
en el Olam Habá lo que uno
tanto desea en el Olam Hazé.
Rav José cuenta que cuando era niño, él siempre quiso tener una patineta para
jugar, pero que sus padres siempre se la negaron.
¿Imaginas lo que hubiera pasado si al momento de
su boda sus padres hubieran llegado y le hubieran dicho: "¡Aquí tienes la patineta
que siempre deseaste!".
De niño la patineta parecía valiosa, pero como
hombre sus intereses ya habían cambiado.
Rav Moshé Jaim Luzatto en La senda de los rectos dice: “Todo lo demás (más allá de la cercanía a
Dios) que la gente cree que es bueno es sólo vacío".
En el mundo venidero veremos con absoluta
claridad lo insignificantes que son las cosas en las que invertimos tanta
energía en este mundo.
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