El ser humano vive
inmerso en sus emociones: anticipa problemas, amenazas... y así libera
moléculas que alteran las membranas celulares, lo que afecta a huesos,
cartílagos, vísceras...: ¡tus órganos lloran las lágrimas que tus ojos se
niegan a derramar!
¿Cada órgano tiene su emoción?
La vesícula biliar:
amargura, rabia contenida..., que derivará en malas digestiones.
¿Y el corazón?
Un dolor entre pecho y
espalda habla de un miedo: bloquea las vértebras que inervan el pericardio,
envoltorio del corazón.
¿Y cómo actúa el
osteópata?
Con sus manos y arte
desbloquea contracciones, moviliza órganos, armoniza el sistema nervioso,
reequilibra huesos...
¿Y el hígado, el
riñón...?
Filtros: conviene
dejarlos reposar y limpiarlos con regularidad, para no intoxicarnos. Por
ejemplo, dejar de beber a últimas horas de la tarde... Y la osteopatía visceral
puede movilizar esos órganos, beneficiándolos.
¿Movilizarlos?
Sí, cada órgano tiene
su movimiento natural propio y podemos promoverlo. Motus vita est:
¡movimiento es vida! Es mi lema.
Un ejemplo.
Movilizar correctamente
el intestino puede solventar lumbalgias...
¿Algún consejo desde
ese saber?
¡Alcaliniza tu
organismo! Los tumores sólo prosperan en un medio ácido, y nuestros malos
hábitos nos acidifican e inflaman...
¿Y cómo hago para
alcalinizarme?
Cada mañana toma un
vaso de agua con zumo de limón. Y consume brócoli. Y reduce carnes, arroz
blanco, harinas y azúcares refinados... Y nada de bebidas edulcoradas.
Hábleme
de algún paciente suyo.
Una señora se quejaba
de que le dolía todo el cuerpo. Es decir, ¡le dolía el alma! La osteopatía es
útil: tocar, mover... genera neurotransmisores, endorfinas que llevan a las
células un mensaje de bienestar.
¿Abrazarse cura?
Un abrazo largo es
curativo: ¡un abrazo de al menos seis segundos propicia esas endorfinas!
Siempre digo: "Abraza seis segundos a tus padres y serás más
inteligente".
Curioso.
Está estudiado que la
entrega al prójimo es el mayor placer, la mayor fuente de endorfinas. ¡Ama a
los otros como a ti mismo!
.
Fuente:
Extracto de una entrevista con David Ponce, doctor en Osteopatía en La
Vanguardia
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