Has de
tratar al cuerpo, no como quien vive con el, que es necedad,
ni como quien vive por el, que es delito, sino como
quien no puede vivir sin el.
Francisco de Quevedo.
Uno de los errores de la visión occidental ha sido
considerar al cuerpo como un enemigo del Espíritu. Mucha de la responsabilidad
descansa en la mirada que la religión judeo-cristiana da al cuerpo. Esto ha
distorsionado el enfoque de la salud hasta tal punto, que nos relacionamos con
nuestro cuerpo, como si se tratara de un enemigo del cual debemos cuidarnos
para no meternos en problemas.
La verdad, como dice Osho, es que somos una entidad
orgánica y nos tratarnos como máquinas a las que se les arreglan las partes
dañadas, cuando esa es en realidad la causa para que nos enfermemos. Al final de sus días, Rebeca West reflexionaba sobre las rebeliones, quejas,
pérdida de fuerzas y abandono de la belleza del cuerpo a medida que la edad
avanza. Se preguntaba: “¿Quién
ha abandonado a quién?”. “¿Dónde inició la traición?”. Su conclusión fue que la batalla se había
iniciado años atrás, en la adolescencia.
Es tanta la energía de esa época, que damos por
sentado que nuestro cuerpo seguirá igual y lo tratamos con desdén, le buscamos
infinidad de defectos, condicionamos nuestro bienestar a la opinión que los
demás tienen de él, lo abusamos con carencias o excesos, y lo deshonramos con los
pocos cuidados que le brindamos.
La vida se trata de “relaciones”. Lo que se separa
se prepara para morir. Todos los síntomas son aliados de la sabiduría. Ellos
portan el mensaje que nos permite mirar de quién o qué nos hemos separado. Para Alejandro Jodorowsky, hay tres grandes enfermedades:
1. La desunión conmigo mismo.
2. La desunión con los otros.
Hace un tiempo, en un curso de respiración que tomé
el instructor dijo: “Afortunadamente, la naturaleza sabe que si la respiración
se hubiese puesto en nuestras manos, habríamos muerto hace mucho". En el
momento me pareció un comentario extremo, sin embargo, hoy día está lleno de
sentido.
Hasta hace poco tiempo, mi tendencia fue la vida
sibarita y la holgazanería extrema, que mezclada con una buena dosis de
autoindulgencia, no eran los mejores aliados
para estar presente, y transitar el camino de detectar las necesidades reales
de mi cuerpo. A mi edad, nunca me había ejercitado, comía como si aún fuera
adolescente y no cuidaba adecuadamente la salud.
Al retornar de la selva amazónica, fui a una
revisión médica. Mi doctora y amiga Raquelina Luna me hizo una llamada de
atención; la responsabilidad espiritual empieza por el cuerpo. Pensar que
espíritu y materia se pueden “trabajar” como asuntos separados, es una ilusión.
El cuerpo siempre está en el presente, de modo que
el estar bien relacionado con él, nos facilita el camino para recibir la
bendición y tomar el regalo de la vida.
Mi invitación es a que aproveches la llamada del
solsticio de verano para:
- Usar la luz del sol a tu favor y pasar más tiempo al aire libre.
- En vez de despertar, renacer cada día.
- Empezar el nuevo día con agradecimiento y con propósito.
- Dirigir la energía de tu jornada. Hoy es mi día de…
- Comer más cosas que vengan de los árboles, en vez de alimentos industrializados.
- Vivir con las 3 “E”: Energía, Entusiasmo y Empatía.
- Disfrutar del viaje. Sólo tienes una oportunidad ¡Sácale el mayor provecho!
Karina Pereyra.
Publicado en el periódico Hoy
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