Cuando una mujer crea un altar, recoge las piezas
dispersas de sí misma, está conectada con su belleza interior y refleja lo
femenino esencial dentro de su psique.
Su altar es su ser esencial y se convierte en una
metáfora visual de su mujer/espíritu.
El altar de una mujer es el puente entre el mundo
interior y el mundo de la forma, donde ella es libre de capturar y mostrar las
formas esfumadas, y la sustancia de su esencia invisible.
Una vez que haya creado el altar, ella ha contado la
historia de su vida interior.
Es un lugar propio donde se puede tomar el tiempo para
darle sentido al ritmo loco de su vida, donde puede encontrar el espacio para simplificársela,
donde puede sentarse y ver…
El altar se convierte en un lugar donde las mujeres
pueden comunicarse con los aspectos cósmicos de sí misma, tanto como con lo
cotidiano y personal.
Puede tanto bailar con la Divinidad para dar sacralidad
a cada aspecto de su vida, como puede recuperar su poder y disfrutar de su
belleza innata.
Nancy Brady
Cunningham
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