“El sueño del héroe, es ser grande en
todas partes
y pequeño al lado de su padre”.
Víctor Hugo
Dentro de pocos días, en República
Dominicana estaremos celebrando el día de los padres. El escritor
estadounidense de origen italiano Mario Puzzo, autor de la obra maestra El
padrino dijo:”Un hombre que no sabe ser un buen padre, no es un auténtico
hombre”. Asentir, respetar, valorar, honrar y amar al hombre que nos dió la
vida es fundamental para tener éxito en lo que sea que emprendamos.
Todos las personas nacemos de un
hombre y una mujer a los que llamamos padres.Ambos forman parte de nuestras
vidas, y no me refiero sólo a un hecho biológico. El padre y la madre están
presentes en todas las etapas de nuestro desarrollo, estén físicamente
presentes o no.
Lo que le quitamos a los padres
nos lo quitamos a nosotros mismos. Todo hijo es mitad su madre y mitad su
padre. Cada uno completa vitales aspectos de nuestra psique.Aunque socialmente
reconocemos el papel esencial de la madre en la vida de los hijos, el padre es
igual de importante.
Gracias a la mirada del amor,
podemos tener en el alma una visión diferente del padre, para decir: “Yo tomo a
mi padre como persona, tal como es sin cambiarle nada”. Bert Hellinger,
creador de las Constelaciones Familiares dice: “Tomando a la persona que es mi
padre, tendré su plenitud en mí”.
Esta es una importante
diferenciación; no tomo a mi padre desde un lugar de crítica o en la carencia
de lo que me niega, más bien conecto mi alma con la de él y lo tomo
completo. El publicista y autor de bestseller estadounidense Michael
Levine dice: “Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que
tener un piano no lo vuelve pianista”.
¿Qué nos hace juzgar con tanta
dureza a nuestro padre? Si como hija no puedo tomar a mi padre, entonces estaré
perdida y tampoco podré sostener ninguna relación duradera, ni alcanzar el
éxito. Lo principal es ver al padre tal cual es y con todo lo que tiene,
con lo que me agrada y lo que no. Ante cualquier hecho desagradable de la vida
con mi padre le digo: “Sí, así fue y lo incorporo con todo el desafío que
representa para mí. Haré algo bueno con lo que he tomado de ti. Te reconozco y
te tomo como una importante fuente de fuerza, sea como fuere nuestra historia.
Sin ti no estoy completa papá”.
Ser la primogénita de mi padre no
fue fácil. Él era un hombre perfeccionista, exigente y muy firme. Al mismo
tiempo, en la misma medida en que empecé a ver a mi padre tal como fue, mi vida
empezó a fluir, a tener sentido, a ser brillante, mas allá de los enredos
creados por las relaciones entre mi madre y él.
El escritor Dan Brown, autor del
Código da Vinci dijo: “Ningún amor es más grande que el de un padre por su
hijo”. Sé que mi padre me amó mucho del modo en que sabía y podia hacerlo.
Comprendo que mi padre no actuaba solo. Él era el resultado de la historia de
la pareja que le dió origen, de su lugar en la hermandad como primogénito, de
su cultura, su generación, su clase social y sus vivencias.
Cada padre es perfecto como es.
Hace unos días, un amigo me invitó a compartir un rato en casa de su
primogénita Natalia. Lo conocía como un hombre cariñoso, trabajador, divertido,
responsable, honesto, sencillo y leal, pero ver el amor y dedicación que tiene
con su hija tocó mi corazón de un modo especial. Un par de horas de interacción
lo agrandó ante mis ojos.
El orden natural es que un buen
hombre puede ser un buen marido, que se puede transformar en un buen padre.
Pero, ¿puede un hombre fracasar en su relación de esposo y ser un buen padre?
Mi respuesta es sí, y cuando lo logra está en capacidad de ser un buen
compañero para otra mujer. Si la esposa siguiente consigue mirar con
agradecimiento a la madre de los hijos de su pareja, entonces la unión con él
tiene un chance.
El cómico norteamericano Bill
Cosby dijo: “Tener un hijo quizá sea el acto más bellamente irracional que
pueden realizar dos personas que se aman”. Cada historia de padres e
hijos es un milagro de amor. Si tienes tu padre vivo, ¡disfrútalo! Si tienes tu
padre muerto, ¡hónralo con tu vida y tu felicidad!
Este
domingo, habrán pasado casi 6 años desde que mi padre falleció. Le llevaré los
girasoles que le gustaban, le encenderé una luz y le diré: “papá tomo la vida
con fuerza, honrándote, respetándote y asintiendo al destino que me corresponde
por ser tu hija. Por favor, bendíceme si puedo crecer para tomar a mi hombre
tal y como es… papá gracias…sí…por favor”
Por Karina Pereyra
Publicado en la
Columna “Alas; diario de una libélula peregrina”
Periódico Hoy
25 de julio
2016
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