sábado, 18 de septiembre de 2010

La re-conquista del paraíso y la curación de lo femenino.

Parte I.
Para Bert Hellinger, teólogo, pedagogo y filósofo alemán, las configuraciones sistémicas son “filosofía aplicada”, haciendo así referencia a las percepciones de la vida y del actuar de las personas y la comprensión de las mismas, a partir de las dinámicas que percibimos y observamos dentro de los sistemas.

Este efectivo y amoroso recurso se apoya en la “Fenomenología”, una corriente filosófica donde la experiencia debe ser simplemente descrita como se da, sin análisis, sin prejuicios, sin críticas ni culpas. La postura fenomenológica nos permite distinguir entre la apariencia (fenoménico) y la verdad (realidad).

De aquí, que por medio de la configuración sistémica nos abrimos a nuevas comprensiones que nos hacen ver nuestras desconexiones con lo que es real. De ese modo, el tema que se observa bajo el lente de las Constelaciones Familiares, muestra verdades no vistas con anterioridad. Con frecuencia descubrimos que quienes pensamos eran los buenos no son tan buenos, y nos sorprendemos al ver que los malos no son tan malos.

En mi experiencia, el peldaño más difícil de escalar en este camino consiste en superar el “psicologismo” para “retornar al origen” y sostenernos en las formas lógicas originales donde “el mundo es como es”.

Las primeras religiones se formaron mediante la observación del cielo y la tierra, lo que relaciona estrechamente la observación filosófica con la mayoría de las religiones. Esta es la razón por la cual aparecen en muchas de ellas, los mismos rasgos mitológicos que atribuyen las mismas características a sus dioses.

A partir de la Edad Media hubo un movimiento filosófico que se alejaba de las creencias y explicaciones religiosas, y del Dios que nos dieron a conocer los líderes religiosos. Se creía que el ser humano tiene el poder de tomar el destino en sus propias manos y de determinarlo mediante la mente. De este modo, la Vida se redujo a una visión lineal de Causa-Efecto.


La visión lineal nos hace mirar la Vida como un “vaso medio vacío”. Nos sumergimos en la pareja arquetípica Víctima-Victimario (dos caras de una misma moneda) y el Juez. O nos sentimos culpables por nuestras fallas y nos auto-castigamos, o requerimos de un “otro” que nos juzgue o que nos permita juzgarlo. Ambas posiciones nos muestran la cara del dolor para provocarnos hacia un movimiento sanador.


La visión circular junto a las posturas fenomenológicas utilizadas por las configuraciones sistémicas nos conecta al poder de la Creación, a la fuerza de la Vida y a la cotidianidad de los Milagros. Quien es capaz de ver de esta manera no puede más que rendirse con humildad a la Grandeza.

La primera postura nos hacer caer del paraíso para sintonizarnos con la vergüenza, el dolor, la escasez, la culpa, la separación y la enfermedad. Todo lo que enjuiciamos, tememos, criticamos, culpamos o nos hace falsos nos deja en “la oscuridad del que no ve”.

La segunda postura nos hacer retornar al paraíso y nos da el poder para desatar las Bendiciones del Cielo aquí en la Tierra. En esta nos sujetamos a la autoridad de aquel que nos creó, nos prometió la Tierra por herencia y nos coronó como príncipes y princesas para que señoreáramos en ella y fuésemos co-creadores con Él.


Karina Pereyra,
Terapeuta en Constelaciones Familiares.

En la siguiente entrega: "La duda; delatora de la traición al corazón".

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