martes, 31 de enero de 2012

Asentir al origen.


«El más santo de todos los lugares sobre la tierra es aquel
donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente.».


No podemos llegar a la conciencia sin asentir a nuestros padres. Nos guste o no, nuestra madre y nuestro padre son nuestra imagen primaria de una mujer y un hombre adultos. Mantener resentimientos contra la madre significa, para un hombre, que no será capaz de liberarse de la proyección de culpa sobre otras mujeres adultas que lleguen a su vida, y para una mujer, que no será capaz de escapar de la autocondena a medida que pase a ser de niña a mujer.

De igual modo, la mujer que cultive agravios contra el padre no será capaz de liberarse de la proyección de culpa sobre otros hombres adultos que lleguen a su vida, y si es hombre no podrá escapar de la autocondena a medida que pase de niño pase a hombre. Decir “si” a todo lo que fue es conveniente para seguir adelante.

La sanación se produce en el presente, no en el pasado. Lo que nos ata no es el amor que no nos dieron en el pasado, sino el amor que no estamos dando en el presente. O nos creemos que Dios tiene el poder de renovarnos la vida, o no lo tiene. No hay un Dios mirándonos y diciendo: «Me encantaría que tuvieras una vida llena de alegría, pero es que tu madre fue tan terrible…que tengo las manos amarradas». No hay nada que nos haya pasado, que hayamos visto o que hayamos hecho que no podamos usar hoy para hacer de nuestra vida algo mucho más valioso.  

Podemos crecer a partir de cualquier experiencia, y podemos trascender cualquier experiencia. Sin embargo, antes debemos vencer los dragones del miedo ya que el ego respeta el dolor, lo glorifica, lo adora y lo crea. El dolor es su principal centro de interés y de este modo encuentra los argumentos para estar separado del otro.

El asentir no solo es amenazante, sino que lo mira como un enemigo. No importa si se trata de decir “si” a nuestros padres, a. nosotros mismos o a cualquier otra persona, “Sufrir es más fácil que asumir la solución”. Si amamos nos liberamos del dolor y si negamos el amor seguimos en el dolor. A cada momento estamos eligiendo entre el amor o el miedo, y cada pensamiento nos acerca más al Cielo o al infierno. La práctica y el compromiso son las claves del amor… 

Lo que sana el mundo es cada pensamiento de amor que ocurre en cada momento. La madre Teresa dijo que no hay grandes obras, sino sólo obras pequeñas, pero realizadas con un gran amor. Cada uno de nosotros tiene diferentes miedos, y diferentes manifestaciones del miedo, pero a todos nos salva la misma técnica: recurrir a Dios pidiéndole que se haga cargo de nuestra vida y pedir: «No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal, porque el Amor es el Reino, y el Amor es la gloria, y el Amor es el poder, por los siglos de los siglos».

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