viernes, 3 de mayo de 2013

¡Deja el control!



Cuando abandonamos el intento de controlar los acontecimientos, éstos se sanan por sí solos en un orden natural, mientas nosotros descansamos y un poder mucho mayor que el nuestro se hace cargo de todo y lo hace mucho mejor que lo que haríamos nosotros mismos.

La entrega significa, por definición, renunciar al apego a los resultados. Aprendemos a confiar en que el poder que hace que el sol salga cada amanecer y al atardecer de paso a la luna, puede manejar las circunstancias de nuestra vida con la misma eficiencia. En cada encuentro o bien amamos o bien tememos.
 
Nuestra única tarea en cada situación consiste simplemente en confiar en el poder del amor. Lo que suceda es asunto de la vida. Nosotros hemos renunciado al control. Dejamos que el Creador actúe. Tenemos fe en que sabe cómo hacerlo.

Para muchos es fácil entregar las cosas que en realidad no nos importa tanto y permitir que Dios disponga, pero si es realmente importante, nos parece mejor administrarlo nosotros. La verdad, naturalmente, es que cuanto más importante sea para nosotros, tanto más importante es renunciar.
 
Aquello que se entrega es lo que mejor cuidado estará, en cambio hacerlo nosotros significa un constante aferrar, atrapar y manipular. Continuamente abrimos el horno para ver si el biscocho está subiendo, y con eso lo único que logramos es arruinarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario