jueves, 30 de mayo de 2013

Sin madre no hay pareja.


 
 
Para los que buscan pareja sin encontrarla, primero se debe tomar a la madre. Nadie puede huir ni de su madre ni de su patria, que es también la madre. Cuando alguien está en la lucha o en la desolación. La lucha se sitúa en el origen, con la madre. Es inútil trabajar sobre la relación de pareja mientras uno de los dos no esté en armonía con su madre.

Se conoce al amor a través de nuestras emociones, de los sentimientos primero para con los padres, luego para con el resto de la familia, más tarde a través de las emociones más intensas de la relación de pareja. El amor está en la base de todas las relaciones.

A veces se trata de un amor ciego, quiere algo del otro que puede ir más allá de las fuerzas de ese otro; también lo que se espera con respeto al amor está sobredimensionado, sobre todo con respecto a la madre. Lo que se espera de la madre supera a veces toda medida humana y a veces cuando ese mismo adulto encuentra dificultades en su vida la hace culpables de ellas. Piensan: “Ojala mi madre hubiese sido distinta...”

¿Y qué va a pasar con su cónyuge? Va tener con él/ella la misma exigencia, y viene la catástrofe. La fantasía que está detrás de esto es: los padres son Dios. Dios es un padre/madre perfecto. La mayoría de los que han realizado algo grande han tenido una infancia difícil. La mente es rápida y el alma es lenta. Los cambios son lentos.

Cómo todo lo que está en crecimiento. No hay nada más bello que la pareja, es el gran aprendizaje. La madre es la puerta a Dios y la pareja es el camino que nos conduce a Él. Cuando las cosas no están resueltas en nuestras familias de origen, llevamos todo esto a nuestra relación de pareja. Le reclamamos a la pareja que nos de lo que no recibimos de los padres...eso es demasiado.

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