miércoles, 24 de julio de 2013

Mirando a un animal.



 
 
Animal: principiante compañero

de este viaje al que llamamos Vida...

¿Quién me mira detrás de tu mirada,

a través de esos ojos sin malicia

que avergüenzan a mi mirada humana?

¿Quién te mueve, quién te impulsa, quién te habita?

¿Quién se irá de ti cuando te mueras?

¿Llevando qué experiencias, qué misterios?

¿Para qué simple o profundo aprendizaje

gozas y sufres silenciosamente?

Tal vez sea Dios el que te necesita

para jadear, retozar y acoplarse,

jugar y desangrarse a través tuyo.

 

Animal, tú que observas este mundo

sin interpretaciones ni prejuicios:

¿Qué realidad es la real? ¿La que percibes

con tus sentidos limpios de opiniones,

o la que mi intelecto juzga cierta?

Tú cumples bien con tu breve destino:

ves cuando miras, cuando oyes escuchas,

estás presente con toda tu esencia.

Tú no te jactas de espiritualidades.

No pretendes ser: eres el que eres.

Apiádate, animal, de mi ignorancia:

tú que vibras a pleno y que te exaltas,

enséñame el secreto de la Vida:

a entregarme con tu misma inocencia

para que Dios me encuentre disponible.


Virginia Gawel

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