Las enfermedades son una tentativa de autocuración, una
reacción biológica de supervivencia frente a un acontecimiento emocional-mente
incontrolable, de manera que cualquier órgano dañado corresponde a un
sentimiento preciso y tiene una relación directa con las emociones y los
pensamientos.
Esto es lo que opina el psicoterapeuta Christian Flèche, el
“padre” de la teoría de la descodificación biológica. Junto al doctor Philippe
Levy, Flèche creó nuevos protocolos para organizar un método de diag-nóstico
original emocional y una nueva forma de terapia breve que busca en las
emociones el origen y la solución a las enfermedades.
Tiene publicados 17
libros sobre la descodificación biológica, cuatro de ellos traducidos al
español.
¿El cuerpo es
nuestra herramienta de curación?
Yo era enfermero en un hospital de Normandía y observé
que pacientes con la misma enfermedad, tratamiento y doctor evolucionaban de
manera muy diferente.
Bueno, cada uno es
cada cual...
Exacto, mi hipótesis es que las enfermedades son una
metáfora de las necesidades físicas y emocionales de nuestro cuerpo. Cuando no
hay una solución exterior a esa necesidad, hay una solución interior.
¿Eso es para usted
la enfermedad?
Sí, una solución de adaptación. Cada órgano del cuerpo
quiere satisfacer su propia función, es decir, atrapar oxígeno, alimentos... Si
el cuerpo quiere comer, pero en el exterior hay guerra y no lo consigue en un
plazo razonable, se produce un shock.
¿Nace el
conflicto?
Sí, el inconsciente inventa una vía suplementaria de
supervivencia: un síntoma, que es una solución o una tentativa de solución
inconsciente e involuntaria a ese shock vivido. En ese caso, el miedo a morir
de inanición atacaría el hígado.
Póngame otro ejemplo.
Una persona que siempre tiene prisa puede desarrollar un
nódulo en el tiroides, que envía más tiroxina y aumenta el metabolismo del
cuerpo, eso la hará más rápida.
Pero tener prisa
es psicológico.
Todo lo que captamos a través de los cinco sentidos, de
los captadores neurovegetativos que vienen del interior del cuerpo, lo que
pensamos o imaginamos, se traduce en realidad biológica.
¿Y provoca un
síntoma?
Si no hay una solución concreta y consciente, sí. De
manera que si escuchamos algo muy desagradable que nos afecta podemos tener
acidez de estómago. Y hay algo muy importante que tener en cuenta...
¿Qué cosa?
El cerebro no distingue entre lo real o lo imaginario. Un
trozo de limón en la boca o la idea de un trozo de limón en la boca provocan la
misma salivación. En función del sentimiento particular, el shock afecta a una
zona precisa del cerebro, visible por el escáner, a un órgano y a una realidad
energética.
¿Realidad
energética?
Somos una unidad compuesta de cuatro realidades
inseparables: orgánica, cerebral, psíquica y energética. No hay ni una sola
célula del cuerpo que escape al control del cerebro, y este no escapa al
control del pensamiento, consciente o inconsciente; de manera que ni una célula
del cuerpo escapa al psiquismo. Un shock siempre va acompañado de un
sentimiento personal que repercute en los cuatro niveles biológicos.
¿Y es
irreversible?
Cuando encontramos la solución esos cuatro niveles sanan
simultáneamente. Una paciente tenía dolor en el hombro. “¿Desde cuándo?”, le
pregunté. “La primera vez estaba sola con mis hijos”. “Si estas con tus hijos,
no estás sola, ¿quién falta?” “Mi marido que nunca está, yo necesito estar
cobijada”. Cuando lo reconoció, el dolor desapareció.
A lo largo de un
día no satisfacemos todas nuestras necesidades fundamentales.
Cuando no las satisfacemos, nace una emoción. Si esa
emoción se libera en el exterior bajo una forma artística, a través de la
palabra, el baile o los sueños... Todo va bien. Cuando el acontecimiento no
está expresado, queda impreso y el cuerpo será el último teatro de ese evento.
¿Todo conflicto
provoca enfermedad?
No, es necesario que sea dramático, imprevisto, vivido en
soledad y sin solución. Cuando se dan estos cuatro criterios, el trauma se
manifestará a través de la biología.
¿Distintas
emociones corresponden a distintos órganos del cuerpo?
Sí, todo lo que tiene que ver con la epidermis responde a
conflictos de separación; el esqueleto, a una desvalorización; la vejiga
corresponde a conflictos de territorio. Para las mujeres diestras, problemas en
el seno y hombro izquierdos corresponden a problemas con los hijos y viceversa
para las zurdas; los desajustes en el seno y hombro derechos corresponden para
las diestras a problemas con la pareja y viceversa.
¿Estómago e
intestino?
No tener lo que se quiere y no poder digerir lo que se
tiene corresponde al duodeno y estómago. El colon corresponde a un conflicto
asqueroso, podrido. En el recto están los problemas de identidad: “No me
respetan y me dejan de lado”. Los riñones es la pérdida de puntos de
referencia. Los huesos: grave conflicto de desvalorización...
¿Lo adecuado para
estar sano?
Revalorizar las emociones, ser consciente de las
emociones y expresarlas, es decir: bailar más a menudo. La gente está mucho
tiempo en lo emocional pero son emociones procuradas: fútbol, cine... Un
malestar compartido disminuye a la mitad, continúa compartié-ndolo y acabará
desapareciendo. Una felicidad compartida se multiplica por dos .
La ira y la
violencia se expresan a sus anchas.
Un hombre tiene miedo, el miedo produce rabia, y la
descarga enfadándose con su mujer. Cuando estamos en contacto con la emoción
auténtica, se transforma; cuando lo estamos con la emoción de superficie, no
hay cambio. Si el hombre se dice: “Lo que tengo es miedo”, su miedo disminuye a
la mitad. Hay que tomar conciencia de uno mismo.
Por Ima Sanchís / La Vanguardia.
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