lunes, 1 de noviembre de 2010

Vida-Muerte-Vida; Una lección de amor en la Gran Manzana.


"Raras veces los hijos se atreven a llevar una vida más feliz y plena que la de sus padres. De forma inconsciente se mantienen fieles a una tradición familiar no manifestada y que actúa ocultamente. De esta manera, los hijos repiten patrones de conducta y experimentan un destino similar al de sus padres. Esta herencia se asumirá aún cuando la familia este desmembrada o las personalidades adultas no quieran saber nada acerca de sus padres. La terapia sistémica ha encontrado un camino mediante las llamadas constelaciones familiares para poner en descubierto los vínculos y presiones familiares que continúan teniendo influencia sobre el individuo subliminalmente. De un modo muy expresivo pone de manifiesto que ciertos problemas tienen su origen en la funesta herencia de sentimientos, opiniones y principios que se han ido asumiendo calladamente a través de las generaciones".

Bertold Ulsamer


Hoy día mucha gente está atraída por temas relacionados con la muerte y, sin embargo no pueden interiorizar su propia mortalidad, vivir su vida con la conciencia de la inevitabilidad de su propia muerte y, mejor aún ser capaz de cuestionar si sus acciones y opciones de vida realmente tendrán trascendencia más allá de su vida física.

Hace unas semanas el fallecimiento de mi padre me hizo reflexionar sobre las elecciones que hacemos, y la importancia que estas pueden tener para nuestra alma y nuestro propio viaje. Estas líneas son para compartir mis reflexiones a propósito de mi reciente trabajo en la gran manzana, y sobre aquellas cosas que me impedían pensar en este tema antes de que la muerte me impactara como lo hizo.

Es cierto que en mi trabajo en el campo de la psicoterapia, he encontrado personas que me han cuestionado sobre la posibilidad de que el origen de sus sufrimientos, dolores y enfermedades pueda tener explicación en una vida anterior. Aunque en otras etapas de mi ejercicio encontré en el “karma” y la regresión a vidas anteriores muchas respuestas, también es cierto hoy día estoy convencida que esta vía más que ayudar, entorpeció mi camino de maduración en el espíritu.

Ir hacia atrás, ya sea en esta vida o en otras, es bastante cómodo ya que a final de cuentas, lo que sea ya ha pasado y lo que ha sido vivido es menos amenazante que lo que está por vivirse. En mi experiencia personal, tener esta información solo me sirvió para aumentar la ilusión de que lo todo lo que me ocurría en esa época, estaba más allá de las decisiones que había tomado.

Por un tiempo esta fantasía me ayudó a hacer frente a situaciones que para mi rayaban en lo insoportable, sin embargo, no fue hasta que conocí las Constelaciones Familiares y empecé a poner en orden mi vida, que pude empezar a vivir mi destino sin sentir que algo más grande que yo insistía en hacerme las cosas difíciles. Solo después de aprender a mirar la muerte como una amiga la vida empezó a ser amable conmigo...

Cuando entramos en el campo de las CF, se nos muestra que vida y muerte son inseparables. Se necesitan mutuamente…por lo que quien no mira la muerte, tampoco puede mirar la vida. Vivir es aprender a morir un poquito cada día. Vivir es comprender que es necesario decir “si” a la muerte para disfrutar la vida. Cada vez que algo cambia, hay algo que muere y algo que nace.

El camino a recorrer es largo, ya que nuestra cultura nos enseña a ver la muerte separada de la vida, cuando en realidad ambas son dos caras de una misma moneda dentro de un contexto cíclico. Nos cuesta concebir que sin nuestra presencia el mundo es igual de importante, que todo seguirá en su sitio, que no se parará tan siquiera unos segundos para despedirnos. Y sin embargo no podría ser de otra forma, los que vivimos tampoco queremos que el mundo se pare, se altere o se resienta cuando otros se van.

La vida ha sido antes de nosotros y seguirá siendo después de que partamos. A la vida le tiene sin cuidado si somos felices o no, si estamos sanos o no, si tenemos pareja, hijo, dinero, trabajo o no. La vida está al servicio de la vida y lo más importante para la vida es el orden. La mayoría de nuestras desgracias personales son las consecuencias de transgresiones del orden de la creación, ya que incluso el amor es incapaz de manifestarse dentro del desorden.



Hace unos días estuve en New York compartiendo mi visión de las CF en la vida cotidiana, y fui bendecida con una grandiosa lección de amor, donde pude ver en movimiento el ciclo indetenible de Vida-Muerte-Vida. Es tan Grande lo que nos mueve! La madurez espiritual implica ser adultos y tener la humildad para ocupar nuestro lugar en la familia, en la sociedad y en el mundo, sabiendo que no hay nada que hacer…ya todo está hecho. Quien es capaz de reconocer su pequeñez, paradójicamente descubre su grandeza…

Es nuestra conciencia de niños la que se queja, siente miedo, se culpabiliza, pasa juicios, y piensa que lo puede tener todo sin pagar el precio. En nuestro infantilismo psíquico creemos que tenemos el poder para cambiar las cosas y estar mejor. Las CF me enseñaron que el trabajo es más fácil: “Las cosas cambian cuando le digo si a lo que son sin querer que sean diferentes”.

Cuando sentimos angustia, miedo, tristeza, impotencia, escasez o rabia es debido a que estamos excluyendo, olvidando, ignorando o dejando de mirar a algo o a alguien, y donde quiera que algo haya sido separado se produce dolor. La plenitud solo se manifiesta en el gozo que resulta de estar completos, y mientras algo o alguien no se miren esto no podrá manifestarse.

Esto incluye también a la muerte. Hagamos lo que hagamos no podemos evitarla, un buen día nos sorprenderá y ni una sola partícula perderá su equilibrio cuando nos hayamos ido. Y eso nos angustia, nos duele, nos indigna…el mundo que es tan importante para nosotros no siente igual a nosotros ¿Cómo es posible que no seamos nada para el mundo? No podemos hacernos a la idea que nuestra presencia es pasajera. ¿Qué son 10, 30, 50 o 90 años comparados con los millones de años que lleva expresándose la existencia?




La vida es cambio continuo en donde la vida y la muerte están siempre dándose la mano en un amoroso relevo permanente. Cualquier intento por impedir este proceso y aferrarnos a la vida, tratando de ignorar la muerte. transgrede el orden y tan solo llena la vida de la muerte que queremos evitar y todos los procesos se estancan.

Igual que un árbol ha de desprenderse de su fruta madura para dar paso a nueva vida, es preciso comprender que no podemos retener por siempre aquello que un día nos hizo felices. Aferrarnos a personas, experiencias o vivencias por el miedo a vivir sin ellas es infantil, la realidad es que si no las soltamos morimos con ellas. El árbol que no se desprende de la fruta madura la pudrirá. Nada se pierde en la vida, la semilla contiene toda la información de su experiencia como fruto.

Claro que el proceso es difíci, hay un momento en el que la semilla se encuentra bajo tierra donde todo es oscuridad, frío y silencio, sin embargo, cuando se rinde a ese delicado momento, una nueva vida brotará e irá hacia la luz del sol cuyo calor madura la fruta que algún día también morirá.

La organizadora del evento en New York, Yudith despidió a una de sus hermanas un par de semanas antes de la partida de mi padre. En mi estadía compartí memorables momentos con ella y su familia, a la que también pertenece mi amiga Celeste, quien junto a su prima Yudith desarrollan y expanden el trabajo de las CF en esa ciudad. A mi regreso a Santo Domingo, Yudith me escribió un correo en el que me decía que el taller que ofrecimos se trataba del cambio:


“Un ronroneo de satisfacción, acompañado de una inmensa alegría es lo que ha quedado después de una extenuante jornada….Me han resultado impactante, en principio los enormes cambios en tan poco tiempo con este bello concepto de las CF...No hay que demonizar los cambios, si bien, en primera instancia parecen negativos y extraños, son generalmente la forma en que vamos pudiendo absorber las transformaciones que vienen”.


Algunos acontecimientos han ocurrido hace mucho tiempo, incluso tres o cuatro generaciones atrás, y sin embargo el alma tiene la información de todo lo sucedido. Ocupar nuestro lugar en la familia y asumir la responsabilidad del destino que esta posición nos trae, implica crecer y abandonar la ilusión infantil de que podemos aliviar la carga de otros, y en ocasiones hasta librarlos de ella. Al actuar así en realidad quitamos honor y dignidad a nuestros antepasados.

Nuestra relación con la muerte tiene mucho que ver con la manera en que nuestra familia ha internalizado este tema. De nuestro sistema familiar heredamos no sólo características físicas, sino también sistemas de creencias y esquemas de comportamiento. Las CF buscan con respeto y amor, los acontecimientos que se han producido en nuestras familias que no han podido ser vistos por el dolor que provocaron, y que se expresan como desgracias o tragedias ya que el fluir del amor quedó impedido.

La libertad que re-encontramos cuando tenemos la humildad de aceptar que todo nos ha sido dado, nos devuelve las fuerzas para seguir adelante con la vida mirando con respeto a la muerte, y esta visión tiene impactantes repercusiones no solo en nuestra existencia, sino en la de nuestros familiares (vivos y muertos), y sobretodo en la de las generaciones futuras.

Al intercambiar pensamientos en relación a todo lo mirado en este fructífero viaje Celeste me escribió:

“Las semillas en New York están sembradas, en New Jersey también. En Miami se plantarán otras...y así, se irán preparando otras tierras para plantar más semillas”.


Hoy doy gracias a la semilla de mi padre Héctor que murió en la tierra de mi madre Dolores para que hoy yo tenga vida. Ante tanta grandeza solo puedo sentir agradecimiento y asombro, y pedir la bendición para continuar el trabajo según los propósitos con los que fui creada.

Ana Karina Pereyra Río.

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