lunes, 28 de marzo de 2011

El milagro de las bendiciones.


Bendecir, alabar, ensalzar, mostrar alegría o agradecimiento. Esta palabra es mágica y el efecto que produce al hablarla o pensarla se traduce en milagros. Bendecir es un acto de decisión consciente, de mover energía a través de nuestro poder interior y enviarlo a ese algo o alguien que nos despierta buenos deseos.

Cuando bendecimos estamos trabajando con la energía del "puro amor", donde no hay límites que nos separen, por tanto, quien bendice también es bendecido. Bendecir tiene un “efecto multiplicador” por lo que a mayor cantidad de bendiciones deseamos más cantidad de bendiciones recibimos, y no es necesario decirlo en voz alta, el solo hecho de pensar y bendecir hace que se multiplique la condición.

Si careces de algo; bendícelo y verás como se presentará; así es como operan los milagros…no es necesario que te esfuerces, lo merezcas o sea tu tiempo. Los milagros no operan en las leyes naturales, y en el espíritu todo es perfecto y apropiado.

Bendice todo aquello que desees multiplicar o manifestar. La manifestación es la materialización de la energía que se concreta de un modo tangible, medible y observable. Bendecir hace que te sintonices con lo positivo de cada situación, sin importar cuan oculto puede estar lo positivo.

Una frase de Abraham Hicks lo explica: “Si una sola cosa en nuestra vida está saliendo bien y todas las demás están saliendo mal, pero nosotros nos enfocamos en la que está saliendo bien, vamos a poder contagiar a las otras 999 mil millones de millones de áreas de nuestra vida que estén mal, porque la energía positiva es mucho más poderosa que la negativa”.

Practica el arte de bendecir desde que empiece el día y verás como su efecto comenzará a aparecer. Bendecir las cosas buenas que les ocurren a los demás también es de bendición para ti, ya que estás confirmando de manera consciente que el Universo es infinitamente abundante y hay abundancia para todos.

Usa la frase “Te bendigo” continuamente y hazla parte de tus hábitos, recuerda que todos estamos interconectados, y la bendición que otros reciben hace más fácil la llegada de nuestra propia bendición.








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