jueves, 31 de marzo de 2011

No siempre el tiempo cura las heridas.


Una persona enfrentó una inmensa pérdida, y fue a ver a un maestro budista para que le consolara. El maestro le miró con profundo respeto y le dijo una sola palabra: “Duele”… La persona inmediatamente comprendió…no debía luchar contra sus sentimientos ni contra su pena… debía aceptar el dolor de la pérdida y continuar viviendo y construyendo otra vida. Comprendió que ese dolor un día sería el alimento de su arte.

Almas colectivas.

Somos individuos que viven su vida bajo la influencia del sistema familiar, como se puede ver con claridad en las Constelaciones Familiares. Pero no sólo participamos en el sistema familiar, sino también en sistemas colectivos más grandes, la nación por ejemplo.

Cada colectivo es un sistema y desarrolla unos contenidos y dinámicas propias, así como una conciencia propia. Un colectivo que permanece durante un tiempo suficiente desarrolla estructuras y cualidades que son independientes de las cualidades de los individuos que lo componen, ya que éstos sólo participan por un tiempo limitado y más bien breve.

Los miembros individuales se desvanecen, mientras el sistema se mantiene. Así, no sólo posee su propia vida y sus propias motivaciones y objetivos, sino también el poder de influir en sus miembros individuales. Mantiene y defiende su propia identidad y sólo se deja cambiar de una manera lenta.

El concepto de C. G. Jung del inconsciente colectivo tiene mucho en común con la idea del alma colectiva: El inconsciente colectivo es la parte que se puede distinguir del inconsciente personal, ya que no debe su existencia a una experiencia propia y por eso no es una adquisición personal.

Mientras que el inconsciente personal en lo esencial consiste en contenidos que fueron conscientes en algún momento pero salieron del consciente porque se olvidaron o reprimieron, los contenidos del inconsciente colectivo nunca fueron conscientes y por eso nunca fueron adquiridos individualmente.

El modelo del mundo en el que nace un individuo ya le es innato como imagen virtual. Y de esta manera le son innatos padres, hijos, nacimiento y muerte como imágenes virtuales, como disposiciones psíquicas (como arquetipos). Estas categorías son de naturaleza colectiva, son imágenes de padres e hijos en general... De alguna manera son el resultado de todas las experiencias del linaje de los ancestros.

Más allá del inconsciente personal están los inconscientes de sistemas o entidades más grandes, como las de la familia, la tribu, las unidades nacionales, la humanidad. Bert Hellinger, creador de las CF dice que su imagen del alma es que es grande, y que no tenemos un alma sino que estamos en un alma, participamos en ella. Esta gran alma incluye tanto el reino de los vivos como el reino de los muertos.


Para Hellinger la geometría fractal, desarrollada por Benoit Mandelbrot, es un modelo excelente para ilustrar de qué manera toda la humanidad está conectada y cómo es posible que alguien, en una CF, pueda representar de manera precisa a otra persona, más allá de las limitaciones del espacio y del tiempo. Rupert Sheldrake habla del campo mórfico humano.

Cada familia es un sistema compuesto por muchos elementos, y cada persona proviene de una familia. De igual modo, el alma colectiva se compone de sus diferentes elementos. Se¬ría comparable con el cuerpo humano con todos sus huesos, órganos, músculos... Cada alma colectiva se forma a través de los pensamientos y experiencias de sus diferentes elementos, de sus miembros individuales, a lo largo del tiempo.

El proceso de las heridas.

Cuando nos sentimos heridos, nuestro Ego, activa un sistema de alarma que nos acelera la productividad de las emociones, y si la persona herida, conscientemente no tome medidas preventivas ante tal hecho, los efectos pueden resultar devastadores.

Cuando estamos emocionalmente heridos podemos sentir:

1. Temor,
2. Rabia,
3. Impotencia,
4. Ira,
5. Soberbia,
6. Tristeza,.
7. Angustia,
8. Ansiedad,
9. Preocupación,
10. Frustración,
11. Confusión,
12. Dolor.

• Relación entre el tiempo y las heridas.

“La evolución normal de una herida, con el tiempo, es la cicatrización, siempre que nada se oponga a ella”

Maurice Porot

Creer que el tiempo todo lo cura es ponernos una camisa de fuerza, para impedirnos hacer el trabajo con nuestras heridas. Cuando nos sentimos heridos emocionalmente, pueden surgir memorias que la mayoría de nosotros quiere arrojar al sótano del inconsciente. Pensamos que el tiempo se encargará de curarlas, pero ellas continúan dando evidencias de que siguen igual.

Solo las células animales pueden cicatrizar. Cuando el animal tiene una herida se forma una costra y la herida se cierra. Los vegetales no son así, y el corazón humano tiene conducta vegetal Cuando hacemos una herida a un vegetal no se cierra nunca. La única defensa que tiene es cubrir la herida con una nueva corteza.

Por eso encontramos árboles con agujeros dentro del tronco. Dentro de esos huecos crecen hongos que a la larga nutren al árbol. Cuando le cortamos una rama a un árbol, se muere…no vuelve a crecer, pero puede crecer otra al lado.

Jodorowsky dice que el corazón humano tiene una conducta vegetal, no animal. Las heridas emocionales nunca se cierran. Pero podemos, al lado de ellas, construir nuevas vidas, nuevas experiencias, cubrirlas y honrarlas. Para quien hace su trabajo, la herida, como en el árbol, le alimenta después. La “cicatrización” en el caso del alma, consiste en asentir a los hechos, dar paso al alivio del sufrimiento y a su liberación.

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