domingo, 10 de marzo de 2013

Etnopsiquiatras.





Los psiquiatras se dieron cuenta de que con los elementos psicoanalíticos no pueden curar a los emigrantes de África, de Asia, que tienen sus propias religiones y sus propias intuiciones del mundo. Sólo podían curar a alguien en su propia visión del mundo; entonces, debían aceptar la magia negra, los fantasmas, etcétera.
 
Hace poco un brujo mexicano me dijo que yo tenía un “daño”; yo no vivo en su mundo pero acepté lo que me decía, es maravilloso. ¿Por qué? Porque el psiquiatra y el médico aíslan al enfermo, lo meten a un hospital y le dicen que está enfermo y que lleva la enfermedad en sí, le dicen que la enfermedad es algo esencial del ser.
 
En Chile pregunté a las curanderas cómo trataban a los enfermos; me dijeron que lo primero que hacían era encontrar al “dueño” del enfermo. “El enfermo tiene un dueño, su familia, su padre, su madre. No se le puede tratar sin sus dueños.” No pueden curarlo si lo apartan de su familia.
 
El charlatán, el brujo, el mago, comprenden eso y no te dicen que estás enfermo; en lugar de curarte a ti, curan el “daño”. Las enfermedades son siempre en relación con el otro; el mago, la bruja, curan “relacionalmente”. Yo acepto su parte mítica; es psicomagia de mi parte, y de la suya es magia. Hay tesoros maravillosos de magia mexicana; sea verdad o mentira, curan en tu mentalidad.
 
Cuando el médico te extrae del ambiente, te enferma más. Nunca hay que separar. Nosotros tenemos que nacer y morir en familia. Los etnopsiquiatras nunca ven solos a un paciente, no se aíslan; lo atienden en grupos para que la persona se cure como antes, en las aldeas. Antes, cuando había un problema era público, colectivo: tu problema es mi problema. Necesito que tú asumas mi problema para que yo me cure. En cierta forma utilizo todo eso, con el mayor de los respetos; y así, digo que soy un“psicocharlatán”.
 
Alejandro Jodorowsky en una entrevista.


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