"Aunque los vientos
la dobleguen, y la deformen las espinas,
la rosa tiene vuelto
hacia arriba el corazón."
Huna
Una de nuestras tareas
principales en el camino de la sanación es empezar a soltar todas las cosas
guardadas en la memoria del cerebro, y empezar a recordar con la memoria del
corazón. Como dijo Lao Tse: El agradecimiento es la memoria del corazón.
La ciencia demuestra que
tenemos cuerpos energéticos que no responden a los mandatos del cerebro, por lo
que reducirnos a la carne nos convierte en esclavos de la materia y dificulta
grandemente nuestro trabajo con el agradecimiento, ya que desde esta dimensión
solo nos identificamos con el sufrimiento.
La memoria del cerebro es
histórica, por lo que repite la historia una y otra vez con tal de no olvidar.
Si elegimos criar nuestras tristezas, abrazar nuestro pasado, y olvidar o negar
los buenos momentos disfrutados, nos deja con muy pocos recursos para agradecer
el presente. Pasamos a convertimos pariguayos (party watchers) que vemos a
otros disfrutar de la fiesta.
Cuando lo que nos guía
son los pensamientos y acciones equivocadas, el corazón queda indefenso,
impotente y sin fuerza. Su única protección es dejar de sentir, y para ello se
va cubriendo de muchas capas que no nos permiten contactar nuestros
sentimientos. Atraemos a nuestras vidas a otros tan enfermos y desagradecidos
como nosotros y de este modo, vamos creando una realidad paralela, que reafirma
y eterniza nuestra mirada a la vida.
La vida es para participar
en ella y gozárnosla. Cuando nos quedamos mirando como otros danzan la melodía
de su corazón, nos secamos y nos volvemos cínicos, burlándonos de los que aún
creen en el amor y se entregan con confianza a su fuerza.
El agradecimiento es la
clara señal de un corazón activo, sano y abierto. Uno que late en sintonía con
la vida, y con su movimiento nos muestra la belleza, el arte, la compasión, la
benevolencia, la intuición, la magia, la creatividad, el sostén, la
generosidad, la humildad, la gracia, la poesía y el amor que la creación nos
entrega en cada momento, detalle, palabra, caricia, relación y mensaje de cada
día de nuestras vidas.
El agradecimiento nos
engrandece y valora a los seres que caminan a nuestro lado y retorna
multiplicado el valor que tenemos hacia nosotros mismos. El agradecer tiene que
ver con “tomar”, porque lo primero que tomamos es la vida que viene a través de
nuestros padres.
Cualquier cambio inicia
con el agradecimiento. Así que, toda repetición, estancamiento, parálisis, etc,
empieza a moverse cuando agradecemos la bendición oculta en la situación o
relación en la que estamos atrapados. La simplicidad, claridad, alegría,
armonía, belleza, sanación y todas las demás cosas que pueden transformar
nuestras vidas, no se revelan ni florecen sin la semilla de la gratitud.
Escrito
por Karina Pereyra en “Alas; diario de una libélula peregrina”.
Periódico
Hoy. 25 de marzo 2013.
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