miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Qué enseña un maestro?



“Un maestro tiene la ardua tarea de enseñarles
a sus alumnos a enseñarse a ellos mismos”.

Alejandro Jodorowsky


Fotografía de Ejo Takata Shigueta (1928-1997), monje japonés díscipulo de Yamada Mumon que vivió y enseñó zen en México desde 1967 hasta su muerte. Maestro nombrado por Alejandro Jodorowsky en su obra “El maestro y las magas”. Al llegar a Mexico hizo un bastón (conocido como keisaku) donde escribió: “Aprende por ti mismo, yo nada puedo enseñarte”.

¿Cómo reconocer a un maestro?

Una persona desea encontrar a un famoso maestro Zen, llega a su domicilio y cree descubrirlo en el jardín rodeado por algunos discípulos que lo escuchan religiosamente. Viendo a un viejo jardinero que barre las hojas secas, el visitante le pide que lo introduzca ante su maestro. A esto el anciano responde: ¿Qué desea usted? Yo soy el maestro. Él es mi mejor discípulo.

¿No debemos fiarnos de su apariencia, ni de los títulos que muestra en su currículo?

Dice Alejandro Jodorowsky, que el maestro más poderoso es aquel que confundes con un ser humano cualquiera. Es completamente parecido a ti: es un maestro invisible. Existen numerosos maestros invisibles en el planeta. Lo son porque han alcanzado un grado superior de la conciencia humana y no se hacen notar.

¿De qué nos sirve un maestro invisible?

Un maestro invisible nos conduce al desarrollo y a la realización sin deslumbrarnos y sin exigirnos ninguna clase de retribución. En realidad, cada ser que aparece en nuestra vida es una bendición: ¡Un gato, una planta, un amigo, todo! ¡Un colaborador, un empleado, un maestro…, que gran alegría!

¿Cuál sería el verdadero rol del maestro?

El rol del maestro es despertar en el alumno lo que ya sabe, según Alejandro Jodorowsky o como dice Idries Shah “El papel del maestro es provocar la capacidad en el estudiante, para lograr que esté allí cuando sea útil, para guiarlo hacia el progreso. No para deslumbrar ni para dar una impresión de virtud, poder, importancia, información general o alguna otra cosa”

¿Hay algún cuento que lo ejemplifique?

Exigen a un sabio que estaba de paso por un pueblo que diera una conferencia en la plaza. El sabio pregunta: ¿Saben algo? El público responde que no, entonces el maestro contestó que no hablaba con ignorantes y siguió su camino. Años después, la presencia del sabio en ese mismo pueblo volvió a provocar la misma petición. El sabio volvió a preguntar: ¿saben algo? La respuesta del público, aleccionados por la experiencia pasada, fue que sí. El sabio contestó que para qué hablar si ya saben…y se marchó.

En una tercera ocasión, muchos años más tarde, frente a la misma pregunta los aldeanos tenían la respuesta meditada: unos debían decir que sí y otros que no. El sabio les contestó que los que habían respondido afirmativamente enseñaran a los que no sabían y siguió su camino.
Tenía entendido que la misión del maestro es la de juzgar, y también la de destacar a los buenos alumnos por encima de los malos.

Los auténticos maestros recomiendan no juzgar, la crítica no ayuda. Dicen que el mundo es un reflejo de nuestro estado de conciencia. Cuando mostramos una cara amistosa, el mundo la refleja inmediatamente. Un maestro nunca debería mostrar preferencias ya que las mismas pueden dañar al resto del alumnado.

¿Cuál es la actitud más absurda que se puede seguir cuando estamos frente a un maestro?

Hay una historia interesante al respecto que cuenta Jodorowsky: “una persona busca durante años y años a un maestro, camina medio mundo, sube montañas, atraviesa mares; por fin lo encuentra y en cuanto lo ve, le habla de su vida durante tres días seguidos y se va”.

¿Por qué se actúa de ese modo?

Dice Alejandro Jodorowsky que el ego es así: encuentra al maestro y después se pone a hablar de sí mismo. “He visto a tanta gente que se me acerca y me habla y me habla y no me hace ninguna pregunta”

En otros casos, el maestro acaba decepcionando al alumno…

Dice Coelho que cuando la gente busca un maestro, debería estar buscando experiencias que puedan ayudarle a evitar ciertos obstáculos. Desgraciadamente, la realidad es otra: recurren a la ley del mínimo esfuerzo, intentando encontrar respuestas para todo. El que desea aprovecharse del esfuerzo del maestro para así no gastar sus energías nunca llegará a ninguna parte, y acabará por sentirse decepcionado.
 

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