lunes, 27 de julio de 2015

El inconsciente o cuarto de los regueros.


Al igual que sucede con nuestra casa, en nuestro interior tenemos un espacio inconsciente que funciona similar al cuarto de los regueros, o habitación de trasteros. A él a va a parar todo aquello que no entendemos, amamos o aceptamos de nosotros mismos, o lo que por doloroso o difícil “dejamos para más adelante”. Allí están las cosas que tienen que ver con el pasado, especialmente lo que consideramos negativo.

Lejos de esconderlo (de los demás o de nosotros mismos), deberíamos iluminarlo, ya que el inconsciente es un poderoso aliado, deseoso de colaborar con nuestro propósito. Una de las puertas para acceder a él, es a través de nuestros sueños, aunque también hay otras.

Alejandro Jodorowsky habla de un inconsciente individual, personal. Por debajo del mismo dice que está el inconsciente familiar, el que nos conecta con nuestro árbol genealógico. Más allá podemos encontrar el inconsciente colectivo, del que hablaba Jung, y que nos interconecta a todos.


Si en nuestra casa integramos los espacios conscientes y los inconscientes, si utilizamos nuestros dos hemisferios cerebrales, accederemos a una vida más completa. La intuición y la razón no son enemigos sino aliados complementarios. O en palabras de Jung: “Cuanto más aptos somos para hacer consciente lo inconsciente, más grande es la cantidad de vida que integramos”.

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