martes, 26 de julio de 2011

El cinturón de poder de Afrodita.


Existe documentación sobre el uso del cinturón desde la edad de bronce. Antiguamente los cinturones o ceñidores tenían carácter apotropaico*, ya sea en la Península Ibérica, como en Oriente, entre los persas, hititas, fenicios, judíos y griegos.

En el mundo griego, el cinturón de Hipólita -la reina de las amazonas- era símbolo de su superioridad sobre todos. La historia de este cinturón era distinta según las diferentes leyendas, pero siempre lo llevaba una amazona como prenda que da superioridad en la lucha física o espiritual.

El texto más claro que prueba el carácter mágico y religioso de los cinturones en la antigüedad se lee en el Testamento de Job, obra judía, fechada entre los años 100 a. de Cristo - 100 d. de Cristo, pero cuyo significado en este punto remonta a tradiciones iranias muy antiguas, que los fenicios debieron llevar a Occidente a partir de la fundación de Cádiz hacia el año 1100 a. de Cristo.

Dioses y diosas fechados en el Bronce Medio, desnudos o vestidos, llevan con mucha frecuencia cinturones en sus vestidos. También los dioses cananeos fabricados en metal, ciñen sus cinturas con cinturones de gran tamaño. Algunos ejemplares, como los que proceden de Tell Judeideh, van desnudos y sólo cubren su cabeza con un casco, lo que refuerza el sentido mágico del cinturón, como pieza de la que no se puede prescindir, a pesar de la desnudez total.

Entre los israelitas el cinturón figura entre las vestiduras sagradas mencionadas en el Éxodo 28, 4,8 y en Levítico 8,7. El "Efod", tan utilizado por los israelitas, en el culto, como prenda ritual, era una especie de banda ancha, que ceñía la cintura. En el libro de Samuel se leen varios testimonios del carácter sagrado de los cinturones.

Algunos textos presentan a los cinturones como objeto de culto más que como adorno personal. En el mundo cartaginés, uno de los ejemplos más significativos de estos cinturones, se encuentra sobre una terracota con una dama de tipo egiptizante que lleva un cinturón ancho pintado de que cuelgan por delante de la figura, dos bandas terminadas en flecos.

La orfebrería visigoda muestra una gran predilección por las piezas de gran tamaño, adornadas con pedrerías de vivos colores, que se inspiran en el lujo de la indumentaria bizantina; estas joyas eran un símbolo de prestigio que se consideraba imprescindible en el ajuar de los difuntos.

Las fuentes griegas que hacen referencia al  cinturón de Afrodita son las siguientes: en la en Ilíada 14, 214-221, donde Hera quiere seducir a su esposo Zeus para que, dormido a su lado, deje de intervenir en la lucha entre los Aqueos y los Troyanos. Para ello, además de ponerse sus mejores galas, pide prestado a Afrodita su cinturón:

«Dijo (Afrodita), y de su cuerpo se quitó un cinturón de cuero perforado y ricamente adornado, donde habían sido encerrados todos los encantos. Allí estaba la ternura, allí el deseo y allí las palabras seductoras que arrebatan la mente de los más sensatos». (Afrodita) se lo puso en las manos (a Hera) y le dijo: «Toma, guarda en tu regazo este cinturón tan hermoso, que todo lo posee; y te aseguro que no volverás sin haber conseguido lo que has tramado en tu interior».

*Apotropaico es un adjetivo que proviene del griego apotrepein (‘alejarse’), indica en general un gesto, una expresión o un objeto que se utiliza para alejar un influjo mágico maligno. Ejemplos de expresiones apotropaicas son los conjuros lanzados en los cortejos triunfales romanos a los condottieros victoriosos.

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