martes, 21 de febrero de 2012

Alquimia y amor.


Deepak Chopra, médico indio radicado en California inspirado en la sabiduría de los textos védicos de la India, escribió un hermosísimo libro: "El camino hacia el amor" (1997). En el revela la manera de alimentar el amor en la espiritualidad para darles a nuestras relaciones una mayor profundidad y significado. El aspecto espiritual del amor es el que sostiene las relaciones basadas en el verdadero amor y les permite expandirse y crecer.
En una sociedad como la nuestra, donde la idea de espiritualidad está unida a las religiones organizadas, el concepto de espiritualizar nuestras relaciones genera desconfianza. Sin embargo, es imposible separar el amor del espíritu. Similar a como lo expresa Arjona en una canción, debemos vivir el amor como verbo y no sustantivo. El amor es acción. Cuando lo experimentamos de este modo, es imposible sentir soledad. La soledad surge de sentirnos separados. El amor nos une íntimamente a todo lo que nos rodea. Así es posible experimentar la plenitud.

La alquimia es una disciplina filosófica muy antigua -más de 2.500 años- y abarca aspectos místicos, filosóficos, esotéricos y artísticos. Fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas. Es citada en historias, películas y espectáculos teatrales como el proceso usado para transformar el plomo en oro. En el plano espiritual, los alquimistas debían purificarse a través de sus conocimientos del fuego y su correcta regulación. Para los alquimistas toda sustancia se componía de tres partes mercurio, azufre y sal (espíritu, alma y cuerpo) llamadas principios.

Por manipulación de las sustancias y a través de diferentes operaciones, separaban cada una de las partes para ser purificadas individualmente en una labor que solía conllevar mucho tiempo. Luego las tres partes debían unirse para formar otra vez la sustancia inicial. Una vez hecho todo esto la sustancia adquiría ciertos poderes. El fuego simboliza al espíritu. El amor es la expresión de ese espíritu. En alquimia se conocen 7 estados:

1-Calcinación.
 
Es la etapa en que nos llega la primera experiencia de trauma o de un desafío que nos mueve completamente el piso. Todo el orden habitual que nos servía de soporte de seguridad se derrumba. Esta vivencia se conoce como la “tierra ardiente” o el “terremoto de la tierra conocida”. Puede ser una experiencia cercana a la muerte, un corazón roto, una enfermedad, un desastre, la pérdida de un ser querido o cualquier otra pérdida de carácter financiero, emocional o físico. Podríamos ser víctima de la injusticia, o incluso ser los autores del abuso. Nuestra vida -y nosotros mismos- entra en cuestionamiento profundo. El velo ante nuestros ojos empieza a desgarrarse y comenzamos a ver...
2-Disolución.

inicia el repaso de nuestra infancia y de nuestro pasado, y empezamos a reflexionar sobre lo que hicimos, lo que no empezamos o no concluimos, y el precio que hemos pagado por todo lo hecho. Revisamos nuestra formación, la recibida en la familia y en la escuela, y vemos  cómo nos ve la sociedad. Cuestionamos nuestros valores y las inseguridades que sentimos en aquel momento.
Este es el momento donde uno se puede empezar a ver a sí mismo, la inmadurez, la insensatez, la impulsividad ante determinadas circunstancias o situaciones, y nos cuestionamos la perfección de  unos padres que dentro de nuestra idealización veíamos perfectos, o que pese a verlos con sus defectos, nos influían de manera inconsciente y nos moldearon de alguna forma a la imagen que ellos tenían de nosotros como hijos. La sociedad, los ídolos y los líderes de entonces, son vistos de un modo más real. Si el pasado fue doloroso o difícil, ahora podemos verlo, asimilarlo, reconciliarlo y tomar lo bueno que se había mantenido oculto.
3-Separación.

Empezamos a ser tentados con la idea de hacer algo nuevo, tomar un camino distinto y responder a la vida de forma diferente a la que estábamos acostumbrados. Empezamos a reconocer un ser diferente en nuestro interior. Un nuevo mundo surge para nosotros. Comenzamos a ver más opciones y abemos que si hubiésemos tomado decisiones diferentes, seríamos una persona diferente hoy. Se despierta una sensibilidad diferente ante el dolor y los desafíos del mundo. Puede surgir la necesidad de participar en algo para servir a otros.
Se empieza a mirar la realidad y las necesidades de los demás desde una perspectiva más amorosa, que corresponde a la persona que somos en este punto. El respeto y el compromiso se convierten en un modo de vivir. Las posibilidades pueden ser vistas, hay responsabilidad para elegir y asumir las consecuencias por el camino transitado. Es posible que se desee cambiar de trabajo, casa, o emprender un viaje. También puede surgir el deseo de aprender o experimentar  algo que puede ayudar a cambiar nuestro intelecto, nuestro mundo y a nosotros mismos. Algo que resuene más con las necesidades y deseos de nuestro corazón.

4-Conjunción.

La dimensión espiritual se convierte en una necesidad y se experimenta una sed que apasionada que otros pueden ver como obsesión o compulsión. Se empieza a comprender el poder de lo Grande y se inicia la colaboración con la voluntad divina. El camino espiritual es el único posible para nosotros. Nos acercamos más a nuestro Dios-Diosa. Quienes siempre han creído en Dios, encontrarán nuevas formas de experimentarlo por medio de una relación personal diferente. Podemos sentir la manifestación de Dios en nosotros.  Todo se tornará mágico, sensible, místico, o espiritual. Otros ven el cambio que se ha dado en nosotros.
5-Fermentación o putrefacción.
Se conoce como la "prueba de la duda". Después de alcanzar un ascenso en nuestro nivel espiritual, llega una bajada espiritual. Se puede experimentar un profundo miedo y sentirnos indignos o poco preparados. Pueden regresar -o aparecer- comportamientos o rasgos que van en dirección diferente al movimiento de la vida. Los sentimientos de amor espiritual nos abandonan. Nos enfrentamos a Vemos a nuestras sombras, y solo podemos admitirlas, mirarlas y asentirlas, aun cuando sean en extremo dolorosas. Nos sentimos de mal humor, decaídos y tristes.El movimiento nos lleva a volver atrás para mirar dónde se originó esta oscuridad dentro de nosotros. En esta etapa tenemos que tener cuidado de no emitir juicios ni críticas duras hacia otros que están transitando un tramo diferente del camino y tienen poca idea de lo que nos está pasando. Una vez que nos damos cuenta del proceso y lo asentimos con humildad, se puede seguir avanzando.
6-Destilación.

Abrimos las ventanas para dejar entrar la luz y empezamos a ver nuevas alternativas. Surge una confianza nueva y renovada. El abrazo a nuestras sombras nos ha fortalecido y los rasgos negativos de nuestra personalidad han sido purificados. Soltamos las creencias anticuadas y limitantes, nos despedimos de lo viejo para dar paso a lo nuevo.
Renunciamos al deseo de “salvar” a quienes no ven las cosas desde la dimensión espiritual. Contactamos y usamos nuestros verdaderos potenciales. Nuestra psique se libera y miramos al mundo tal cual dejando que lo que es, sea. Nos sentimos en comunión con la vida. La conciencia de luz es ahora más elevada.
7-Coagulación

Esta etapa es el cumplimiento de "Consummatum Est". La persona es un equilibrio entre Luz y  oscuridad. Se ha conquistado al propio dragón (Hombre inferior), y se expresa armoniosamente la intuición y la inteligencia (cerebro derecho e izquierdo).
El espíritu y el alma se han unido. Lo Humano da paso a lo Divino. El Fénix surge de las cenizas y se eleva. Se vive en sintonía con el plan de vida divino para toda la creación. Experimentamos que la forma, estructura y orden han estado todo el tiempo
al servicio del amor. Somos "Uno".
Extracto de la charla del mes en Thesaurus.

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