La felicidad tiene que ver con el amor y la vida, los dos juntos. Toda vida nace del amor, se expande gracias al amor y se transmite con amor. ¿Dónde empieza la felicidad? ¿Dónde empieza nuestra vida? Pues, del amor entre nuestros padres, hombre y mujer. Eso es el comienzo del amor, el principio de nuestro amor y de nuestra vida. ¿Estamos dispuestos a acoger el fruto de esta comprensión, es decir que toda vida comienza con el amor de nuestros padres? ¿Y que la vida se prolonga en nosotros porque nuestros padres se han amado? ¿Qué servicio brindaban nuestros padres cuando se amaron como hombre y mujer?
En la Biblia se cuenta cómo el mundo fue creado. Después de haber desempeñado mucho, Dios dijo: “Creemos el hombre a nuestra imagen”. ¿Cuál era la imagen humana de Dios? Creó al ser humano como hombre y como mujer, siendo esa la imagen de Dios. ¿Qué significa? Los creó como hombre y como mujer porque, a partir de ellos, Dios lleva la vida hacia el mundo. La creación no paró en el séptimo día, la creación prosigue cada día. ¿Y cómo? Con el amor del hombre y de la mujer. Toda vida humana nace de su amor.
Mientras nuestros padres se amaban como hombre y mujer, Dios aprovechó para, con ellos, perpetuar su creación. Es la continuación del proceso de la creación del mundo. Cuando hombre y mujer se aman en tanto que hombre y mujer, dicen, como Dios durante el Génesis:” ¡Qué así sea!” ¿Acaso existe mayor sintonía con Dios que este movimiento del amor del que nace lo nuevo? ¿Puede Dios en su grandeza manifestarse de una forma más hermosa que en nuestra madre y en nuestro padre?
Bert Hellinger.
Tomado de una conferencia en Viena.
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