domingo, 22 de diciembre de 2013

La plenitud.

 

Un cuento para aquellos que aún tienen el futuro por delante y que voluntariamente salen a su encuentro

Por Bert Hellinger.


Un joven preguntó:
-¿quién te distinguía ti,
Que ya casi fuiste,
de mí, que aún seré?
 
El anciano dijo:
-yo he sido más.
 
Bien es verdad que en día joven,
El que llega,
Parece más que el viejo,
Ya que el viejo antes ya fue.
Pero también él,
Aunque aún esté por venir,
Tan sólo puede ser lo que ya fue,
Y si hace más cuanto más haya sido el también.
 
Como en su tiempo el viejo,
También el joven al principio sube bruscamente
Así el mediodía,
Alcanza el cenit aun antes del pleno calor y
Parece ser que se mantiene
Un tiempo en la cúspide
Después, tanto más cuanto más tarde
Y como si su peso creciente lo arrastrará,
Se inclina profundamente hacia la tarde
Y queda completo cuando,
al igual que el viejo,
Haya sido el todo.
 
Pero aquello que ya fue
Me está pasando.
Permanece porque has sido,
Actua aunque fue,
Y todavía aumenta por lo nuevo
Que le sigue ya que, como la cota redonda
De una nube que pasó, lo que ya fue
Se hunde en un mar que pertenece.
 
Sólo lo que nunca pudo ser nada
Porque los dejamos pasar sin experimentarlo,
Porque lo pensamos sin hacerlo y lo desechamos
Sin pagar el precio por lo que elegimos,
Eso sí está pasado.
De ello no queda nada.
 
Así, pues, el Dios del tiempo justo
Se nos presenta como un joven
Que lleva un mechón delante
Y una calva detrás.
Por delante podemos asirlo por el mechón,
Por detrás tan sólo cogemos el vacío.
 
El joven preguntó:
-¿qué debo hacer
Para que de mí
Se haga lo que
Tu ya fuiste?
 
El anciano dijo:
-¡Sé!

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