lunes, 24 de octubre de 2011

Mi amiga la muerte me guía.


Hace un tiempo leí en un libro de Osho (no recuerdo cual) que la vida solo cobra su valor cuando la muerte se convierte en una amiga. Luego, las constelaciones familiares me mostraron que la plenitud nos acompaña cuando reconocemos que una decisión es siempre sobre vida y muerte y permitimos que ese saber nos guíe en todas las elecciones que hacemos.

Cuando tengo confusión sobre algo, coloco a mi lado izquierdo la muerte. Para muchos este ejercicio puede parecer raro, sin embargo, los resultados han sido muy reconfortantes para mí. Los antiguos dicen que la muerte vela por nuestra vida, y a su lado no hay cabida para el miedo, ya que ella nos guía a través de toda la vida y, cuando llega nuestro tiempo, nos guía hacia el otro camino.

Bert Hellinger dice que cuando trabaja se deja guiar por la muerte, por la del cliente que busca su ayuda y por su propia muerte, de este modo puede entrar en sintonía con algo que de verdad cuenta.

En psicogenealogía, conocer las causas de muerte de nuestros ancestros nos permite descodificar valiosas informaciones sobre las circunstancias vitales de los mismos, descifrar el idioma secreto de lo no-dicho y conocernos a nosotros mismos. Por ejemplo, alguien que muere de una dolencia cardíaca puede mostrar un clan donde el amor no tiene permiso de ser mostrado. Conocer la causa y forma de muerte de los miembros de nuestro árbol es una llave  de transformación y sanación para nosotros.

Alejandro Jodorowsky dice que cuando le preguntan qué es lo que le preocupa, responde que nada, porque sabe que se va a morir. Sabiamente comparte que aunque su mente está dispuesta a morir, su cuerpo nunca lo estará y se resistirá hasta el último momento. Para él, lo que nos mata es el ego, por lo que necesitamos estar concientes que somos inmortales en el espíritu y mortales en el cuerpo. 

Las ciencias físicas demuestran que nada desaparece, todo cambia. Como somos materia y espíritu y estas leyes solo tienen su influencia en la materia, debemos saber que cuando asentimos a las transformaciones, somos inmortales. La muerte no pudo eliminar a Jesús, Buda, Gandhi, Madre Teresa, ni a muchos otros. 

La muerte y la transformación son inseparables como nos muestra el arcano sin nombre. Cada vez que sale esta carta, la persona esta pasando (o pasará) por un cambio importante e inevitable. La muerte es tan amorosa y generosa como la vida; de ahí que incluye a todos sin distinción. Del mismo modo, el Espíritu jamás escoge como si amara o ayudara a uno más que a otro. Está entregado y abierto a todos con el mismo amor.

Cuando no nos transformamos con la vida, nuestra amiga  la muerte nos hace el favor de mostrar la grandeza que no pudimos hacer evidente. Disminuye el dolor que generamos en los nuestros por no mostrar lo que en realidad somos, y el amor crece que estuvo oculto finalmente crece. La muerte verdadera es no transformarse.

Nunca he visto una esquela funeraria ni una lapida que informe a otros nuestras flaquezas. Ante la muerte todos somos mas de lo que fuimos…ella siempre gana, te transforma aunque se la pongas difícil. ¿Quién no quiere tener de amigo a alguien así? La muerte y la vida siempre van juntas. Quien respeta y ama a la una, también toma a la otra…definitivamente la muerte es mi amiga…

Karina Pereyra.
Psicoterapeuta.

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