lunes, 7 de noviembre de 2011

El dinero tiene alma.


Ayer en la mañana varias de mis compañeras, en un entrenamiento en terapia breve que el MRI impartió en mi ciudad, me hicieron referencia a una entrevista que me hicieran hace unas semanas y que retransmitieron el sábado. En ella hablé de lo que podemos hacer para cerrar con éxito este año.

A más de una le llamó la atención que dijera que ahora trabajo menos que antes y gano más dinero, sin embargo, una que me dijo que le compartiera los trucos fue quien inspiró que escribiera esto para ustedes. El dinero es energía espiritual materializada. Representa el fruto de un trabajo meritorio. Cuanto más alto es el servicio que se ha prestado -más esfuerzo ha costado ganarlo, con amor y respeto- mayor es la energía que guarda el dinero ganado con el.

El dinero tiene un alma. Así, el dinero fácil -obtenido con injusticia o engaño- posee poca energía, y el trabajo que no recibe balance económico adecuado pierde fuerza. El dinero se siente bien al ser usado cuidadosamente por un valor correspondiente, de este modo, desarrolla su energía y su espíritu. El dinero es amor que fluye. Está al servicio del amor del espíritu, es bendición y maldición, según se tome o no. El dinero responde al orden y se queda con quien lo respeta.

Hay personas que creen que están prestando una ayuda porque no están cobrando por sus servicios…regalan, regalan, regalan y sirven un poco más, pero al final del día no hay una compensación adecuada. Debe haber un balance adecuado entre ayudar gratuitamente y sentirnos felices cobrando por nuestras experiencias.

En términos generales, utilizo la fórmula de los diezmos y ofrendas como guía para administrar mi hacer. El 10% de mi trabajo lo ofrezco para honrar a quien sostiene mi vida y me proporciona los recursos para sostenerla. Por otro lado, ofrendo trabajos especiales para brindar un porcentaje o en ocasiones todo lo ganado para causas que apoyen el crecimiento de otros.

Comparto con ustedes tres recursos que uso para aplicar esto:



1. Conferencias y charlas gratuitas.

En vez de ayudar a una sola persona, hago conferencias y charlas en las que comparto gratuitamente lo que he aprendido y algunas experiencias de vida, propias y/o de mis clientes. Frecuentemente, colaboro con charlas y conferencias en organizaciones religiosas, terapéuticas y de servicios sociales que no cuentan con recursos para contratar profesionales.

Hace un par de años, el tercer lunes de cada mes en la librería Thesaurus dicto charlas abiertas a todo público en las que trato un tema de interés, y muestro prácticas y ejercicios de mis talleres. Jodorowsky dice que todo lo que damos no los damos, y como la Vida funciona con una economía ecológica (aprovecha todo el mayor bien usando menos), esta actividad también me beneficia: 1-me posiciona como experta en lo que hago, 2-me brinda la oportunidad para que algunas personas conozcan lo que hago en un espacio seguro y 3-el espacio neutral permite que llegue gente diferente a la que ya me sigue.

2. Blog.

En este espacio tengo la oportunidad de compartir lo que tomo de otros, reflexiones del trabajo con mis clientes y resúmenes o fragmentos de cursos que ya he impartido. También esta vía me ha dado grandes beneficios como son: 1-expone mi trabajo mas allá de mis fronteras físicas y mentales, 2-me promociono de una forma respetuosa en que la gente puede visitarme voluntariamente y 3-tengo un espacio útil para expresar mis diálogos internos y desahogarme.

3. Compartir materiales.

Una vez he creado un material, lo entrego a los interesados que pueden sacar nuevas utilidades de él. De igual forma, comparto los medios y personas que han apoyado mi crecimiento, y doy referencia del trabajo de otros. Mis beneficios son: 1-como cada espacio vacío se llena con nuevos conocimientos y nuevas comprensiones, se me hace más fácil abrirme a aquello que ha cambiado o que no conocía, 2-la vida me pone en contacto con otras personas que comparten lo que tienen, y enriquecen mi trabajo con el suyo y 3-me permite sembrar semillas de conciencia.

La regla es simple: regalo una parte y cobro por el resto.

Karina Pereyra,
Life coach.

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