domingo, 4 de diciembre de 2011

La navidad es una invitación a ver la vida y la muerte.


Vida y muerte están íntimamente ligadas. Todos hemos nacido porque otros han muerto antes…vivimos a costa de ellos y al mismo tiempo, otros mueren por nosotros…es como si nos levantáramos en una colina de muertos inmensa…nuestros pies descansan en nuestros muertos…estamos en conexión con ellos y ellos con nosotros…una solución de amor implica reconciliarnos con la vida y la muerte…a este movimiento me rendí cuando conocí las Constelaciones Familiares.

El Cristianismo nos muestra la importancia de reconciliarnos con la vida y la muerte. Nuestra fe descansa en dos hechos fundamentales: la pascua de navidad o nacimiento del Salvador y la pascua de resurrección o celebración del renacimiento de Jesús de entre los muertos. Todos nosotros debemos pasar por este proceso…con estos hechos se alimenta nuestra esperanza de resucitar de entre los muertos… aquellos muertos de nuestra familia a costa de los cuales nos ha llegado la vida, y con los que algún día nos re-encontraremos.

Cada navidad debemos reconciliarnos con las pérdidas del año. Dejar ir las cosas que ya no están con nosotros, las que tuvimos que abandonar, las que no se cuajaron, las que no nacieron…a la vez, ponemos nuestra esperanza en tener la oportunidad de ver nacer un nuevo año que nos brinde el chance de ver nacer nuestros sueños, disfrutar con nuestros hijos, hacer nuevos amigos, crear nuevos proyectos…

Para quien se opone a la reconciliación vida-muerte, estos tiempos son tristes, vacios, melancólicos, y faltos de sentido. Quien logra ver la vida y la muerte de igual modo, tener espacio en su corazón para sus logros y perdidas, logra la paz.

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