Según la
leyenda, el origen de la hermosa costumbre de repartir huevos de pascua, para celebrar la resurrección de Jesús, está ligada al sepulcro donde fue enterrado el maestro. En
ese lugar había un conejo que presenció su resurrección, y deseoso de compartir
la buena noticia -pero sin voz para hacerlo- empezó a repartir huevos, significando
la manifestación de una nueva vida.
Al pasar el
tiempo, la tradición ha ido enriqueciéndose con otras prácticas. Antiguas
civilizaciones como Grecia, Persia, China y Egipto, entre otras, consideraban el
huevo un símbolo de vida. Los egipcios eran los que tenían la costumbre de
regalar huevos decorados en ocasiones especiales. En la India el huevo representa
el germen primitivo, escondido en el agua.
En tiempos
actuales, los padres mantienen la tradición escondiendo los huevos que han
decorado, para que los niños los busquen. Comercialmente, se fabrican huevos de
chocolates con papeles de colores brillantes muy llamativos, que se comparten
con los familiares y amigos. Además, existen una gran cantidad de huevos,
conejos, canastas y otros accesorios para la decoración y celebración.
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