miércoles, 21 de septiembre de 2011

De la semilla al fruto.


En una isla desierta crecían árboles sin nombre…sin frutos…sin hojas…árboles secos de corteza aterciopelada y cuyas ramas dibujaban copas de una belleza sublime. Esa isla, vista desde el cielo, era un inmenso bosque misterioso que se extendía por toda su superficie. Sólo vivía en ella un ave milenaria, mitad búho mitad águila que guardaba el secreto de las semillas que hicieron crecer esos árboles de caprichosas formas. Él sabía que en estas semillas habitaban las almas de los hijos no nacidos de todas las parejas estériles de la historia de la humanidad.

Resistencias para ser quien soy.

La psicogenealogía parte de la premisa de que determinados traumas y comportamientos inconscientes se transmiten de generación en generación, por lo que para que un individuo tome consciencia de ellos y pueda desligarse de los mismos es necesario que estudie su árbol genealógico.

Cada vez que nosotros “movemos algo” nuestro clan completo también se mueve. La razón es que el inconsciente familiar intenta reequilibrar la situación. Con frecuencia vemos que una persona no quiere o no puede cambiar porque se ha identificado más con la identidad que le dio el árbol que con la suya propia.

El ser humano es el único animal que nace inmaduro, lo que le obliga a ser dependiente de sus padres o alguna persona que le ayude a sostener su vida. Muy tempranamente aprendemos las vías para vincularnos a aquel que necesitamos: someternos, complacer o manipular a quienes nos ayudan.

En los primeros años de crecimiento, lograr esto con éxito es sinónimo de seguir con vida, sin embargo, algunas personas en la edad adulta aun conservan este pensamiento infantil, por lo que piensan que si cambian el clan los va a expulsar y estarán en riesgo de muerte. Este es el origen de l al crecimiento.

En psicogenealogía, la primera tarea que tenemos es descubrir cual es “la trampa” de nuestro árbol genealógico. Para tener las pistas que guíen la investigación, la primera pregunta de un arbolista es ¿Cuál es nuestra finalidad en la vida? La respuesta apuntará a las prohibiciones de la familia.

Decir que mi finalidad es ser feliz… indica que tu árbol lo tiene prohibido. En familias muy religiosas, se bloquea la felicidad, porque durante siglos se creyó que la vía para llegar a Dios era el sufrimiento.


Los cambios son percibidos como amenazas.

Las resistencias son fuerzas contrarias al cambio. Son como corrientes marinas que se oponen al avance de un barco. Se manifiestan sin que seamos conscientes e influyen tanto en nuestro comportamiento, como en las “coincidencias significativas” o sincronicidades que nos ocurren en el momento en que se pone en marcha un cambio.

Jodorowsky dice que el árbol genealógico actúa como un camarero que lleva su bandeja, cargada con vasos y botellas, apoyada sobre una mano. Cuando un vaso se sale de su sitio (alguien que toma consciencia), toda la bandeja se desequilibra y eso es lo que el camarero tratará de evitar. El camarero se contorsionará y pondrá toda su atención en encontrar un nuevo punto de equilibrio, antes de que todo se le vaya abajo.

Este es el momento donde el árbol “grita” porque el sistema entró en desequilibrio. Para comprender este proceso, debemos tener la conciencia de que el árbol genealógico es un ser vivo y lucha por su permanencia. Cuando nos movemos, todo nuestro “clan” va con nosotros y esto es sumamente amenazador para el árbol.

Todas las transformaciones son delicadas y requieren un espacio seguro y todo nuestro amor para ser completadas con éxito.

Nuevos problemas + viejas formulaciones = 0 soluciones.


Los demás son mi espejo.

La proyección es atribuir al otro, pensamientos, sentimientos o imágenes que han emergido dentro de nosotros y de ese modo inconscientemente nos protegernos de una situación que no podemos controlar. Por ejemplo, para un niño que no recibió los cuidados que necesitaba de su madre, es mucho menos doloroso pensar que la vida (Dios, el mundo, la gente) no nos da lo que necesitamos.

Esta persona podría creer que solo cuando muera y vaya al cielo podrá tener lo que necesita, en vez de enfrentarse a las carencias que ha padecido en su infancia por una madre egoísta, ausente, irresponsable, herida, etc

Cara a cara de nuevo frente al otro

cuando soy capaz de verlo

sin intentar modificarlo

cuando me abro a dialogar

sin pretender etiquetarlo

cuando me propongo amar

sin exigir recompensa a cambio

me descubro espejo

y mientras lo reflejo

me conozco a mi
 
El pasado pesa y también pasa…

Conservar la rabia, el miedo o el rechazo y proyectarlo en el otro, permite evitar entrar en el inmenso e irreparable dolor de un pasado al que nada puede modificar. Lo único sano que podemos hacer con el pasado es soltarlo y seguir adelante. De la misma manera que la rama cortada en un árbol no podrá volver jamás a brotar en el mismo lugar, las carencias de nuestro pasado nunca serán plenamente colmadas.

Muchos de nosotros nos amargamos por eso, en cambio el árbol sigue creciendo en todas direcciones y le podrán brotar innumerables ramas nuevas. Identificar nuestras proyecciones supone y permite celebrar un duelo por aquellas reparaciones que jamás tuvieron lugar, así como continuar creciendo en las múltiples direcciones que nos sean accesibles al día de hoy.


Junto a nosotros hay muchos…

No vemos lo que somos, sino lo que nos dijeron que éramos, lo que quieren que seamos, o lo que hemos inventado de nosotros mismos. Nos marcan guiones, patrones, contratos…Los aceptamos, los seguimos, los cumplimos…y somos infelices. Jodorowsky dice que la felicidad consiste en llegar a ser lo que somos.

Todos nosotros estamos acompañados en todas las circunstancias por nuestros ancestros. Las culturas ancestrales tienen la conciencia de que los “ancianos”, los “sabios”, los “antepasados” están siempre junto a nosotros, por lo que nos acompañan unas catorce personas como mínimo: los padres (2), abuelos (4) y bisabuelos (8).

Me gusta decir que toda experiencia personal es siempre colectiva. Nuestro éxito también es el éxito de nuestro árbol genealógico. Lo que nos damos a nosotros mismos, se lo estamos dando a nuestros antepasados y a las futuras generaciones. Del mismo modo, todo lo que no doy, se los quito también a ellos.

Me inclino para ofrecerle

aquello que me da,

sólo puede regalarme

lo que ya poseo.

Siete días lo alimento

siete días me nutro yo,

para reconocer

hay que conocer primero.

¿Cómo se puede echar en falta

lo que ya nos habita?

Siempre regresamos a nosotros mismos.

Las alas de la mente aligeran el corazón.

La mayoría de la gente tiene conciencia de que somos materia física,. Algunos sabemos que también somos esencia. Lo que la mayoría de la gente olvidamos es que el resto el resto de lo que somos lo creamos en nuestra mente. Lo grave es que el contenido de la mente es prestado…de la sociedad, el entorno, la educación, la cultura, la familia! Lo que creemos ser es todo lo que debemos dejar para empezar a hacer el trabajo.

Nota: Extracto de la charla del mes de septiembre en la librería Thesaurus.

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