Hace
unos días, mientras estaba en consulta con una clienta,
escuché una riña entre una madre y su hija. Por muchas razones, mi oído ha
estado sumamente sensible durante estos días, de modo que puedo escuchar
sonidos que están generándose a muchos metros de mi espacio. Así fue como me
interesé en las voces lejanas de unas mujeres. Las oí discutir, gritar, rogar, sollozar, hasta que estallaron unos lamentos desesperados...
Me levanté y caminé en
dirección al lugar donde las voces se hacían más fuertes. De pronto, hubo un tenso
silencio…mi corazón se contrajo y súbitamente mi boca se secó. Me quedé mirando por el ventanal abierto unos segundos, antes de ver
caer un cuerpo y escuchar un golpe seco de carne estrellada en el pavimento,
demasiado cerca para que mi mente organizara lo que ocurría. Una
joven se lanzó del pent-house del edificio de atrás de mi casa y cayó en mi
alfeizar. Al día siguiente murió…se llamaba Marianela.
Esa noche, una amiga que asiste a mi taller de arquetipos me preguntó: Qué te querrá decir la vida con esto? Su pregunta abarcaba otras experiencias estremecedoras de días anteriores; una persona había intentado entrar en mi casa sin invitación mientras mi hija y yo dormíamos, el vigilante del edificio había encontrado a alguien merodeando mi casa varias noches, y mientras estaba en una de las plazas comerciales más seguras de mi ciudad, una persona ultimó a su compadre por una deuda enfrente de todos. Le contesté que cada uno de nosotros es responsable de lo que ocurre en el mundo.
Cada día, construimos nuestra realidad por medio de lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Observar lo que manifestamos es una buena señal para guiarnos a las áreas de nuestras vidas que requieren corrección. Si experimentamos insatisfacción, dolor, miedo, enfermedad, angustia, preocupación, desesperanza, enojo, impotencia, inseguridad, cansancio, entre otros muchos estados que producen malestar, es porque nos hemos alejado de nuestro real ser, o lo que es igual; hemos traicionado nuestra naturaleza espiritual para identificarnos con nuestra materia.
Goethe dijo: “Lo más grande en este mundo no consiste tanto en dónde estamos parados, como en qué dirección nos estamos moviendo”. En la realidad que conocemos, todo vivencia de malestar nos indica que nos hemos apartado del Espíritu. Solo en la dimensión espiritual, lo que antes fue separado, lastimado, rechazado, aborrecido o temido, puede ser unido, restaurado, mirado, sanado y amado.
El miedo es el resultado de la mente que intenta controlarlo todo, y desconfía cuando no tiene la situación en sus manos. El amor es el resultado del corazón que renuncia a todo, y confía en que todo lo que necesite será provisto.Todos los sucesos de estos días me recuerdan mi elección y compromiso con la Luz. Cada pensamiento es una semilla que plantamos en el universo.
En estos tiempos, una altísima cantidad de Luz está llegando a nuestro planeta, y el crecimiento de nuestras semillas se ha acelerado grandemente. La energía no discrimina, alimenta a todas las semillas por igual. Si nuestros pensamientos son negativos, estamos sembrando plantas venenosas. Si nuestros pensamientos son positivos, estamos sembrando plantas medicinales.
No hay pensamientos neutrales. En cada instante estamos decidiendo si nos movemos en dirección a la vida, o lo hacemos en dirección a la muerte. Hoy día, los efectos de nuestros pensamientos son casi inmediatos! No podemos cambiar lo que es, sin embargo, siempre podemos modificar nuestra manera de mirarlo. Marianela significa la amada por Dios, de quien Él se ha compadecido. No importa lo que hagamos, Dios nos ama.
Esa noche, una amiga que asiste a mi taller de arquetipos me preguntó: Qué te querrá decir la vida con esto? Su pregunta abarcaba otras experiencias estremecedoras de días anteriores; una persona había intentado entrar en mi casa sin invitación mientras mi hija y yo dormíamos, el vigilante del edificio había encontrado a alguien merodeando mi casa varias noches, y mientras estaba en una de las plazas comerciales más seguras de mi ciudad, una persona ultimó a su compadre por una deuda enfrente de todos. Le contesté que cada uno de nosotros es responsable de lo que ocurre en el mundo.
Cada día, construimos nuestra realidad por medio de lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos. Observar lo que manifestamos es una buena señal para guiarnos a las áreas de nuestras vidas que requieren corrección. Si experimentamos insatisfacción, dolor, miedo, enfermedad, angustia, preocupación, desesperanza, enojo, impotencia, inseguridad, cansancio, entre otros muchos estados que producen malestar, es porque nos hemos alejado de nuestro real ser, o lo que es igual; hemos traicionado nuestra naturaleza espiritual para identificarnos con nuestra materia.
Goethe dijo: “Lo más grande en este mundo no consiste tanto en dónde estamos parados, como en qué dirección nos estamos moviendo”. En la realidad que conocemos, todo vivencia de malestar nos indica que nos hemos apartado del Espíritu. Solo en la dimensión espiritual, lo que antes fue separado, lastimado, rechazado, aborrecido o temido, puede ser unido, restaurado, mirado, sanado y amado.
El miedo es el resultado de la mente que intenta controlarlo todo, y desconfía cuando no tiene la situación en sus manos. El amor es el resultado del corazón que renuncia a todo, y confía en que todo lo que necesite será provisto.Todos los sucesos de estos días me recuerdan mi elección y compromiso con la Luz. Cada pensamiento es una semilla que plantamos en el universo.
En estos tiempos, una altísima cantidad de Luz está llegando a nuestro planeta, y el crecimiento de nuestras semillas se ha acelerado grandemente. La energía no discrimina, alimenta a todas las semillas por igual. Si nuestros pensamientos son negativos, estamos sembrando plantas venenosas. Si nuestros pensamientos son positivos, estamos sembrando plantas medicinales.
No hay pensamientos neutrales. En cada instante estamos decidiendo si nos movemos en dirección a la vida, o lo hacemos en dirección a la muerte. Hoy día, los efectos de nuestros pensamientos son casi inmediatos! No podemos cambiar lo que es, sin embargo, siempre podemos modificar nuestra manera de mirarlo. Marianela significa la amada por Dios, de quien Él se ha compadecido. No importa lo que hagamos, Dios nos ama.
Nada ocurre
afuera, todo ocurre adentro. El amor de Dios es incondicional. Marianela tocó mi ventana para recordarme que soy
responsable de mis creaciones, y me brindó el regalo de hacer correcciones en mi movimiento. Cualquier
momento de nuestra vida que no seamos capaces de mirar con gratitud, es porque
vamos en dirección a la pérdida en vez de ir en dirección al regalo.
Lo siento…
Perdoname…
Gracias…
Te amo…
Karina Pereyra.
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