En la antigüedad, filósofos como Platón y Aristóteles creían que la
prosperidad llegaba a la vida de aquellos que podían ser felices con lo mínimo.
Para quienes piensan así, el dinero se ve como un resultado y no como un
objetivo. a este movimiento le acompañada un espacio de mayores oportunidades
para vivir nuestra pasión.
Cuando creemos que vivimos en un mundo de escasez, somos capaces de
trabajar en algo que no nos gusta, porque tenemos miedo de que no haya más. En
cambio, si creemos que el mundo es infinitamente abundante, hacemos lo que nos
gusta, desarrollamos nuestro propio emprendimiento, nos sentimos a gusto y
gratificados con lo resultados, que llegarán en forma natural y abundante.
La abundancia es el arte de “saber
vivir”. El universo es el ayudante de la vida para el logro de nuestra
abundancia. En el momento en que reconocemos que somos todo el universo, la
infinita prosperidad existente nos bendecirá con su presencia. Después de
muchos años, finalmente puedo decir con claridad que la prosperidad es: “El poder
traducido en acción que nos permite llegar a la realización gozosa del destino para
el cual hemos sido creados, en el menor tiempo y con la mayor facilidad”.
La finalidad de llegar al cumplimiento de nuestro viaje personal es
regresar para compartirlo con gozo, a través del servicio a los demás. En el
Movimiento del Espíritu de las Nuevas Constelaciones Familiares de Hellinger,
sabemos cuando estamos en sintonía con la dimensión espiritual por los efectos
en nuestras vidas. Cuando es el Espíritu quien guía nuestros movimientos,
recibimos dirección, colaboración y asistencia. De este modo, cualquier cosa
que necesitemos para llegar a nuestro destino será dada de manera fácil,
rápida, agradable y abundante. Esto es prosperidad.
La prosperidad es el fruto que nos llega cuando plantamos nuestras semillas
en el terreno espiritual. El Espíritu todo lo sana, todo lo reúne y todo lo
hace bueno. Sin embargo, muchas personas que se creen espirituales aun tienen
perdidas muchas batallas en el plano material. Todo lo que no se mira para
incluirlo con amor, se repudia y se fortalece. Así, el dinero se ha convertido
en un gran desafío de crecimiento de la gente que ve en lo espiritual su
prioridad. En la vida no hay una separación entre Espíritu y materia.
El Espíritu esta es lo único que existe, todo lo demás es una ilusión. Quien
ve escasez en la materia se queda sin abundancia en el Espíritu, porque se ha
separado de la luz. El dinero es tan espiritual como la más hermosa plegaria, oración
o alabanzas. Cuando vemos el plano material separado del espiritual o lo
valoramos de diferente manera, seguimos en una buena conciencia que sigue pasando
juicio sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”. Aun tenemos una lealtad que
nos mantiene alejados del gozo que solo se vive desde el corazón, y le da el
poder a la mente que es la única que puede ver la realidad divida.
La relación que tenemos con el dinero depende en gran medida de las ideas que
hemos tomado de nuestro clan familiar. La lealtad a nuestras creencias es la
manera en que mostramos que nosotros también “pertenecemos”. Para asumir la
responsabilidad de sanar los pensamientos y sentimientos que nos mantienen
separados de la prosperidad, debemos ir más allá del ámbito de la buena
conciencia y traicionar a la familia. Ese es el camino del crecimiento.
El ser prósperos viene del reconocimiento de que no solo tenemos un origen
biológico (material), sino también un origen energético (espiritual). Por eso,
prosperidad y bendición están muy vinculadas. Bendecir es dar el poder a la
Providencia divina de manera que lo que parece imposible en la materia, pueda
ser realizado por Gracia del Espíritu. La física cuántica demuestra que los
pensamientos siempre regresan a su fuente, por eso, cada vez que bendecimos a
algo o a alguien, la bendición regresa a nosotros multiplicada y acompañada de prosperidad.
Karina Pereyra.
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