martes, 19 de junio de 2012

Prosperidad y Bendición son sinónimos.



En la antigüedad, filósofos como Platón y Aristóteles creían que la prosperidad llegaba a la vida de aquellos que podían ser felices con lo mínimo. Para quienes piensan así, el dinero se ve como un resultado y no como un objetivo. a este movimiento le acompañada un espacio de mayores oportunidades para vivir nuestra pasión.

Cuando creemos que vivimos en un mundo de escasez, somos capaces de trabajar en algo que no nos gusta, porque tenemos miedo de que no haya más. En cambio, si creemos que el mundo es infinitamente abundante, hacemos lo que nos gusta, desarrollamos nuestro propio emprendimiento, nos sentimos a gusto y gratificados con lo resultados, que llegarán en forma natural y abundante.

La  abundancia es el arte de “saber vivir”. El universo es el ayudante de la vida para el logro de nuestra abundancia. En el momento en que reconocemos que somos todo el universo, la infinita prosperidad existente nos bendecirá con su presencia. Después de muchos años, finalmente puedo decir con claridad que la prosperidad es: “El poder traducido en acción que nos permite llegar a la realización gozosa del destino para el cual hemos sido creados, en el menor tiempo y con la mayor facilidad”.

La finalidad de llegar al cumplimiento de nuestro viaje personal es regresar para compartirlo con gozo, a través del servicio a los demás. En el Movimiento del Espíritu de las Nuevas Constelaciones Familiares de Hellinger, sabemos cuando estamos en sintonía con la dimensión espiritual por los efectos en nuestras vidas. Cuando es el Espíritu quien guía nuestros movimientos, recibimos dirección, colaboración y asistencia. De este modo, cualquier cosa que necesitemos para llegar a nuestro destino será dada de manera fácil, rápida, agradable y abundante. Esto es prosperidad.


La prosperidad es el fruto que nos llega cuando plantamos nuestras semillas en el terreno espiritual. El Espíritu todo lo sana, todo lo reúne y todo lo hace bueno. Sin embargo, muchas personas que se creen espirituales aun tienen perdidas muchas batallas en el plano material. Todo lo que no se mira para incluirlo con amor, se repudia y se fortalece. Así, el dinero se ha convertido en un gran desafío de crecimiento de la gente que ve en lo espiritual su prioridad. En la vida no hay una separación entre Espíritu y materia.

El Espíritu esta es lo único que existe, todo lo demás es una ilusión. Quien ve escasez en la materia se queda sin abundancia en el Espíritu, porque se ha separado de la luz. El dinero es tan espiritual como la más hermosa plegaria, oración o alabanzas. Cuando vemos el plano material separado del espiritual o lo valoramos de diferente manera, seguimos en una buena conciencia que sigue pasando juicio sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”. Aun tenemos una lealtad que nos mantiene alejados del gozo que solo se vive desde el corazón, y le da el poder a la mente que es la única que puede ver la realidad divida.

La relación que tenemos con el dinero depende en gran medida de las ideas que hemos tomado de nuestro clan familiar. La lealtad a nuestras creencias es la manera en que mostramos que nosotros también “pertenecemos”. Para asumir la responsabilidad de sanar los pensamientos y sentimientos que nos mantienen separados de la prosperidad, debemos ir más allá del ámbito de la buena conciencia y traicionar a la familia. Ese es el camino del crecimiento.

El ser prósperos viene del reconocimiento de que no solo tenemos un origen biológico (material), sino también un origen energético (espiritual). Por eso, prosperidad y bendición están muy vinculadas. Bendecir es dar el poder a la Providencia divina de manera que lo que parece imposible en la materia, pueda ser realizado por Gracia del Espíritu. La física cuántica demuestra que los pensamientos siempre regresan a su fuente, por eso, cada vez que bendecimos a algo o a alguien, la bendición regresa a nosotros multiplicada y acompañada de prosperidad.

Karina Pereyra.

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