Tal
vez nunca sepamos cuál fue la cifra exacta de la población aborigen de la
Española en 1492. Estudiosos modernos han presentado estimados muy disímiles
que varían entre 100,000 y 8 millones de personas. El mismo Cristóbal Colón
llegó a creer que la población taína era bien numerosa y calculó que en el
centro de la isla había 1, 100,000 indios en 1496.
Basado
en este testimonio, el cronista Bartolomé de las Casas concluyó años más tarde
que la población total debió alcanzar los 3 millones de individuos. Usando
otros datos de las Casas y tratando de precisar sus cifras, presenté un
estimado de 600,000 habitantes en 1971, pero después de haber revisado todas
las fuentes disponibles y de haber realizado nuevos cálculos llegué a la
conclusión de que la población aborigen de la Española debió ser de aproximadamente
unas 400,000 personas en 1492.
Esta
es, obviamente, una cifra hipotética basada en una extrapolación retrospectiva
ponderada de las tasas aparentes de declinación de la población taína
registrada en los años 1508, 1510, 1511 y 1514. Como tal, esta cifra apenas
sirve de punto de partida para entender la rápida desintegración y aniquilación
de la sociedad taína en cuestión de apenas veinte años.
Los
detalles históricos de este proceso son hoy ya bien conocidos, pero todavía se
hace necesario inquirir en el cuerpo de documentación disponible acerca de la
evolución demográfica sociedad taína para explicar los resultados de las
"interacciones aniquilantes" entre españoles e indios en la primera
colonia europea en América, y para mostrar cómo estas relaciones llevaron a la
sociedad taína a un punto en que su recuperación demográfica se hizo imposible.
Para
ello ningún documento es más útil que la famosa "Relación de las Cosas que
se Han Hecho en el Repartimiento de la Isla Española por los Muy Nobles Señores
Pedro Ibáñez de Ibarra é Rodrigo de Alburquerque", conocida corrientemente
como la "Relación del repartimiento de 1514".
Esta
"Relación" es el único censo completo de los indios de la Española
que se conserva de los varios que se realizaron entre 1508 y 1514. A pesar de que este
censo de indios fue publicado hace más de un siglo y ha sido objeto de cuidadosos
análisis, los resultados que ofrecen cada uno de los autores que lo han
estudiado difieren entre sí, en algunos casos sustancialmente.
Las
razones de esas diferencias parecen ser varias. Una de ellas es que el
documento publicado en la Colección de Documentos Inéditos de Indias en 1864
fue copiado con varios errores por sus editores. Otra razón es que los mismos
escribanos que redactaron el documento original se equivocaron en la suma de
los indios de tres ciudades de la Española y algunos historiadores han recogido esos errores.
Los
primeros historiadores que analizaron el Repartimiento de 1514 eran personas de
habla inglesa, francesa o alemana y algunos de ellos interpretaron
incorrectamente algunas de las informaciones acerca del sexo de los caciques o
de la distribución local o laboral de los indios debido a las formas arcaicas
en que está redactado el documento.
Frente
a las deficiencias de la primera edición de la "Relación del repartimiento
de 1514", la Academia Dominicana de la Historia ordenó una copia
paleográfica del documento al Archivo General de Indias. En 1982 Emilio
Rodríguez Demorizi publicó esa copia con extensas anotaciones y un exhaustivo
índice preparado por el autor de este artículo.
Posteriormente,
otros historiadores españoles han analizado el documento a partir del original
conservado en Sevilla. Gracias a la edición de Rodríguez Demorizi es posible
intentar hoy una nueva tabulación de los datos de este censo para analizar de
nuevo la situación de las comunidades aborígenes de la Española veinte años después
de haberse iniciado su explotación forzosa por los españoles.
Los
antecedentes del repartimiento de 1514 son hoy ya bien conocidos. En 1494 y
1495 Cristóbal Colón se sintió obligado a repartir indios entre sus trabajadores
para pagar salarios atrasados y hacer frente a la demanda de mano de obra en
unos momentos en que no había bestias de carga y los españoles necesitaban la
ayuda aborigen para procurarse sus alimentos.
Colón
extendió los repartimientos de indios en 1498 para aplacar la famosa rebelión
de Francisco Roldán, de manera que cuando Nicolás de Ovando llegó a Santo
Domingo como Gobernador de las Indias en 1502, los indios de la parte central
de la Isla estaban en manos de 360 trabajadores españoles que eran los únicos
sobrevivientes de diversos grupos llegados a la Española entre 1493 y 1500.
Estos
trabajadores eran gente común, a quienes las singulares circunstancias de la
invasión española habían llevado al tope de la primera sociedad colonial en el
Nuevo Mundo, pero su conducta reñía con los propósitos administrativos y políticos
de la Corona, pues los Reyes Católicos querían instituir en la Española una
sociedad con una estructura social similar a la que existía en España en
aquellos momentos.
Son
bien conocidas las campañas militares de Ovando entre los años de 1503 y 1504
para ampliar el control español sobre el resto de la isla y para dotar de mano
de obra indígena a los funcionarios reales. Sabemos que los repartimientos de
indios fueron utilizados como arma política por el Gobernador para premiar la
conducta pública de los vecinos, así como para mantener la estabilidad de la
Colonia.
También
conocemos cómo a medida que la producción de oro fue aumentando la población aborigen fue disminuyendo, proceso éste que produjo
numerosos conflictos por la apropiación de la mano de obra indígena. Estos
conflictos se acentuaron cuando Diego Colón, el hijo del Descubridor, pasó a
residir a la Española en 1509 en calidad de Gobernador. Diego Colón llegó acompañado
de una pequeña corte de amigos y parciales a quienes intentó dotar de indios y
de minas en perjuicio de los antiguos encomenderos.
Estos
conflictos crearon dos bandos políticos en la isla, favorable uno al Gobernador
y el otro al Tesorero Miguel de Pasamonte, quien velaba por los intereses
reales y quien tenía instrucciones de supervisar y controlar la administración
de Diego Colón. Hoy conocemos bien los detalles del terrible tratamiento que
recibían los indios en las minas y en las estancias españolas, y la altísima mortalidad
que producía entre ellos el hambre, los maltratos y las enfermedades.
Hoy
sabemos que cualquiera que hubiera sido la población original en 1492 y
cualesquiera las causas de su declinación, los indios habían descendido a unos
60,000 individuos en 1508. El impacto del choque con los europeos fue tal que
ni siquiera la importación de varios miles de indios de las islas vecinas,
entre 1508 y 1513, pudo detener el colapso de la sociedad aborigen. En 1509 un
nuevo censo arrojó la cifra de 40,000 individuos y en 1510 sólo se registraron
33,523.
Poco
hicieron las famosas Leyes de Burgos dictadas en 1512 para remediar la
situación de los indios y para evitar el desmoronamiento de la sociedad taína. Familias
enteras desaparecían día tras día. Muchas se suicidaban en masa y en numerosos
casos mataban a sus propios hijos. Aquellos
que huían a los montes morían de hambre y de frío en las montañas. Entretanto,
los españoles acentuaban las mudanzas de comunidades enteras para suplir con mano
de obra a las minas que perdían sus trabajadores de la noche a la mañana.
En
1514 era evidente que los indios desaparecerían en breve tiempo. La distribución
de los pocos que quedaban no era favorable a los encomenderos propietarios de minas
que perdían sus indios más rápidamente que los demás colonos debido a la
sobre-explotación y al descuido de sus capataces, pues éstos no se preocupaban
de alimentar ni curar a los trabajadores indígenas.
Frank
Moya Pons; historiador dominicano.
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