El dinero tiene un valor distinto
según la fuerza que nos mueve y nos vincula a él. El dinero tiene un valor
material y otro emocional. No vale igual el dinero de una herencia que el
dinero del emigrante. No es lo mismo el dinero del nuevo rico, que el del
avaro. El que llega por amor que el que llega por una herida o humillación.
Cualquier movimiento hacia una
vinculación saludable con el dinero implica una sanación de las emociones que
despierta en nosotros su presencia o ausencia. Tal vez por eso, los
psicoterapeutas dicen que un “adulto” es alguien que administra
satisfactoriamente su dinero y su tiempo.
Dos preguntas nos permiten ver el valor que le estamos dando al dinero:
§ ¿Cuánto dinero necesitamos?
§ ¿Cuánto nos costará obtenerlo?
La abundancia se ve
afectada tanto por el hecho de tener menos dinero del que necesitamos, como por
el hecho de que obtenerlo nos cueste mucho. El sentimiento de carencia no es la
falta de cosas materiales, sino un estado de sentirnos insuficientes.
Es falta de energía,
de poder, de armonía, de interacciones, de falta de tiempo para ser y crecer,
falta de oportunidades para apreciar lo bello de la vida, y darle sentido a
nuestra existencia.
Karina Pereyra.
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