San Juan Bautista
es el único de los santos que se celebra el nacimiento, en vez de la muerte. Su
fiesta está cargada de gran poder y magia. Se cuenta que hoy las Hadas, Sílfides
y deidades de la naturaleza pueden ser
vistas por los campos. Los agricultores agradecen la luz del verano, las frutas
y el calor que les permite un mejor cumplimiento de sus tareas, y divertirse al
aire libre.
Esta celebración es
tan antigua como la misma humanidad, y se caracteriza por las fogatas y ritos
de fuego de toda clase que simbolizan el poder del sol y la intención del
hombre de ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se encendían
fogatas en las cimas de las montañas, en la rivera de los ríos, en las
plazoletas y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y
se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.
Tradicionalmente, en
la fiesta de San Juan se rinde culto a:
El Sol, con la hoguera que eleva sus lenguas de fuego para nutrirlo. En esta
creencia pagana, se salta el fuego y se baila hasta que amanece alrededor de él.
Se quema lo antiguo y se da paso al futuro. Además, este elemento purificador nos
libera de la mala suerte.
Al agua. Se considera que en este día el agua está bendita, es milagrosa, cura
enfermedades y proporciona la felicidad. En algunas localidades es costumbre tirar
el carro al río. El agua es el símbolo
del amor. Se dice que en las fiestas de San Juan todas las aguas tienen
virtudes curativas.
Los vegetales. Se coge el trébol y los mozos ponen el “ramu” en la puerta de las casa de
sus novias. Se enraman balcones. La tierra es símbolo de fertilidad, y se da
gracias por ello.
El aire. Nos da la vida y se invoca al bailar en círculo alrededor del fuego.
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