El 21 de junio se celebra, en el hemisferio
norte, el día más largo del año. Las hadas y demás deidades de la naturaleza
andan sueltos por los campos; los agricultores dan gracias por el verano, las
cosechas, las frutas y por disponer de más horas de luz para cumplir con sus
tareas y entregarse a la diversión. También es el momento justo para pedir por
la fecundidad de la tierra y de los hombres/mujeres. Además es el tiempo de
comenzar a almacenar provisiones para pasar el otoño y el invierno.
La celebración del solsticio de verano, es tan
antigua como la misma humanidad. En un principio se creía que el sol no
volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada
vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se
iniciaban en la víspera del pleno verano (Midsummer's Eve) el 21 de junio, para
simbolizar el poder del sol, y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se encendían fogatas en
las cimas de las montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las
calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se
echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.
Tradicionalmente
era un momento de purificación, donde se solía saltar sobre la hoguera o el
caldero para lograr protección, fertilidad, salud, etc. Otra costumbre era
quemar símbolos de aquello de lo cual uno deseaba purificarse. La auto-limpieza
o purificación del ser es tradición en esta época y consiste en bañarse y ungir
el cuerpo con aceite, meditar, respirar profundamente, y de esta manera
purificar el cuerpo, la mente y el alma preparándolo para la estación.
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